La nueva era Collboni
Jaume Collboni se convirtió en alcalde de Barcelona tras una constitución del Ayuntamiento movida. Por la mañana todo apuntaba a que Xavier Trias sería el primer edil y por la tarde todo cambió. Dentro de la educación que siempre ha caracterizado a este político, cosa poco habitual en los tiempos que corren, retuvo su alegría, puede que hasta en exceso, y sin sonrisas ni vítores, acabó siendo el máximo responsable de la ciudad aquel mismo día.
De momento es el gobierno municipal de la historia de Barcelona más solitario. Diez concejales y punto. La situación política del país le ha perjudicado. Nadie esperaba que a mediados de agosto no se vislumbrara ni gobierno, ni presidente, ni pactos, ni tan siquiera si, al final, se deberán repetir las elecciones. Todo ello deja cualquier ruta de políticas claras en punto muerto.
¿Quién será el colaborador necesario de gobierno municipal de la próximos cuatros? Los contactos se decantan por Comuns y ERC. La fase de acercamiento entre Ernest Maragall y Xavier Trias duró poco. Era un acuerdo realizado desde la confianza forjada durante muchos años. Un acuerdo de otra generación. Pero las cosas cambian. Los pactos caminan por otras vías que acercan a las fuerzas de izquierdas, pero con la mirada puesta en el Congreso de los Diputados. Eso significa esperar, y las esperas pueden ser desesperantes.
Los primeros cambios en Barcelona
De entrada, el equipo Collboni comienza a sacar pecho. Tiene las ideas claras. Ha sido mucho tiempo escribiendo lo que querían hacer. Y la estrategia comunicativa pasa por evidenciar que hay cosas de la era Colau que están en vías de desaparición. Como el conocido como urbanismo táctico que en realidad se trata de urbanismo barato, aparente, pero sin tesis.
La calle de Barcelona donde más claramente se trazó este tipo de organización urbana fue en Pelai, vía que conecta la plaza Universitat con la de Cataluña. Es una avenida ancha que Colau quiso que tuviera mayor espacio para los transeúntes, por donde tampoco pasaron un exceso de personas. Esos nuevos espacios, dibujados en el suelo con colores de pintura, ahí radica lo táctico, han sido eliminados por las brigadas del Ayuntamiento para hacer más carril bici, aparcamiento de furgonetas y establecimiento de motos.
En realidad, el asfalto pintado de forma llamativa ya era utilizado por las furgonetas de reparto como espacio de estacionamiento. Así que, en realidad, se les ha dado un destino real y no imaginario, muy en la línea de lo que se hace en otras ciudades europeas.
El fiasco del urbanismo táctico
La realidad es que la mayoría de las calles de Barcelona dónde Ada Colau quiso pintar con la intención de ganar espacio para los transeúntes quedaron vacías de ciudadanos andando, como ocurre cada día en Via Laietana, que además sigue en obras.
Collboni tiene hasta final de año para ir gestionando el Ayuntamiento con ideas propias, pero sin mayorías
El ejemplo es muy local y pequeño, pero muestra los escasos ejemplos que el gobierno Collboni está impulsando para evidenciar cambios en el Ayuntamiento que, aunque mantiene una renovación en sus cargos, está en modo pausa a la espera de trazar las líneas rojas que todo equipo municipal incorpora en sus proyectos.
El modelo transversal de Collboni
De irnos a unas nuevas elecciones, Collboni tendrá que tomar partido por unos o por otros, o por todos. No es la primera vez que en Cataluña ha gobernado un tripartito de izquierdas, aunque las circunstancias fueran diferentes.
De hecho, el modelo que está aplicando Collboni es muy transversal. Los comisionados que está contratando se sitúan principalmente en la línea del PSC, pero también de los Comuns y de la antigua Convergència. La necesidad de la figura del comisionado, en muchas ocasiones candidatos que iban en las listas pero no entraron, explica la necesidad que tiene el alcalde de pactar con otras fuerzas políticas. Por muy buenos perfiles que sean, no votan en el Plenario.
Collboni tiene hasta final de año para ir gestionando el Ayuntamiento con ideas propias, pero sin mayorías. Se pueden hacer cosas, por supuesto, pero superficiales. Le espera un otoño negociador, característica que, por otro lado, le resulta muy propia.