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En el campo de batalla desde los trece años

 

La guerra siempre está ahí. En Ucrania y también en otros lugares que están fuera de nuestro mapa de cada de cada día como, por ejemplo, Siria, Etiopía, Yemen, República Centroafricana, República Democrática del Congo o Nigeria. Quizá, también, Níger. Y el Sahel en llamas.

Moralistas y estrategas

Generalmente, cuando se habla de la guerra se hace en términos morales. La guerra es aceptable o inaceptable, justificada o injustificada. Una discusión en la que han intervenido pensadores que van de Tito Livio a Michael Walzer pasando por San Agustín y Hugo Grocio.

Junto a esta manera de calibrar la guerra, existe otra que piensa en términos de estrategia y filosofía política que van de Sun Tzu a William S. Lind y Edward Luttwak sin olvidar a Carl von Clausewitz o Raymond Aron. Para ellos, la guerra es un arte. Una técnica. Un conjunto de reglas de procedimiento que posibilitan la toma de la decisión óptima en cada momento.

No sólo eso, porque la guerra es también –contrariamente a lo que afirma el pacifismo- una manera de resolución del conflicto político. Carl von Clausewitz (1780-1831), con su De la guerra (publicada en 1832) es, sin ningún género de dudas, el clásico por excelencia de esta concepción estratégico-política –dominante, pese a los esfuerzos del pacifismo- de la guerra.

Alistado a los doce años

Para entender a Carl von Clausewitz, así como la importancia y novedad de su obra, hay que sumergirse en la vida y época de un personaje que revolucionó la ciencia y el objetivo de la guerra.

Carl von Clausewitz es el hijo de un ex-oficial del ejército prusiano que se alista en el ejército a la temprana edad de doce años, entra en combate por primera vez a los 13, se licencia en la Academia de Guerra de Berlín –número uno de su promoción- a los 23, interviene en diversas batallas al servicio del Rey de Prusia y del Zar Alejandro I de Rusia, es nombrado director de la Kriegschule berlinesa, y muere víctima de una epidemia de cólera que el ejército prusiano le había encomendado detener. A él, que únicamente se había enfrentado a ejércitos enemigos.

  

Un hijo de la Ilustración

La época de nuestro personaje es la de la Ilustración, la del análisis minucioso de la realidad, la de la Revolución Francesa, la del ascenso de los nacionalismos y, el detalle es importante, la de Napoleón y su concepción novedosa del arte de la guerra.

En resumen, nuestro autor es un hombre que –por vocación y convicción- vive y piensa la guerra en vivo y en directo; un hombre que, además, está inmerso en un proceso histórico de cambio acelerado. El pensamiento de Carl von Clausewitz es el producto de su vida y su época. Y Carl von Clausewitz es la respuesta a los retos militares y políticos del tiempo que le tocó en suerte.

De la guerra   

En De la guerra -libro que reúne los escritos y notas de Carl von Clausewitz, ordenados y editados por su esposa María von Brühl- encontramos, como acertadamente indica Gabriel Cardona en su excelente estudio preliminar (La esfera de los libros, 2005), el pensamiento militar ilustrado.

Para empezar, Carl von Clausewitz –en una época en que la técnica pide la palabra-, es el reformador que rompe con la táctica y estrategia prenapoleónicas.

A partir de nuestro personaje –de hecho, a partir de Bonaparte y los teóricos de la Academia de Guerra de Berlín como Gerhard Scharnhorst-, la guerra es una cuestión de recursos, un asunto de ejércitos preparados, dirigidos por oficiales competentes que conocen la historia militar, que entienden la preeminencia del ataque. Y la guerra es también la voluntad de defender la nación y, por ello, es bueno que sea la nación quien tome las armas.

Pero, Carl von Clausewitz va más allá del estudio de la guerra y capta la íntima relación existente entre guerra y política. De hecho -según advierte en su célebre frase “la guerra no es más que la continuación de la política del Estado por otros medios”-, la guerra no es una cosa autónoma, sino un instrumento político, un medio para obtener un fin político.

La lógica interna de la guerra

La recurrente cuestión que suele plantearse ante De la guerra: Carl von Clausewitz, ¿la representación más cínica y acabada del militarismo? No. Y ello es así, porque el propósito de nuestro autor no es otro que el de estudiar la guerra como un objeto en sí, el de descubrir su lógica interna.

Ahí radica el mérito de un autor que es capaz de comprender la guerra liberándola –como de otra parte exigía la ciencia de su tiempo- de juicios de valor. Por decirlo en otros términos, la obra del prusiano hace inteligible el qué y el porqué de la guerra.

Las almas filantrópicas y los errores de la bondad

 La pregunta: ¿existe una alternativa pacifista a De la guerra? Cedo la palabra al maestro Carl von Clausewitz: “Las almas filantrópicas que podrían fácilmente pensar que hay una manera artificial de desarmar o derrotar al adversario sin causar demasiadas heridas, y que esa es la verdadera tendencia del arte de la guerra… Por bien que suene esto, hay que destruir semejante error, porque en cosas tan peligrosas como la guerra aquellos errores que surgen de la bondad son justamente los peores”.