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¡Yo también quiero un pinganillo!

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Y 48.345.223 españoles y españolas, también. No,no quiero un pinganillo, claro que no. Sería ponerme y ponernos a todos y todas al mismo nivel de nuestra insufrible y caótica clase política.

¡Qué España la nuestra! Puigdemont, alias «el prófugo», reconvertido en el rey del mambo político por una izquierda denostada y para la que el fin si justifica los medios. Un nacionalismo separatista-radical que se frota las manos con las prebendas que piensan obtener a cambio de unos votos que le permitan ser a Sánchez presidente nuevamente. Y un reguero de vividores de lo público que se les cae ya la baba en solo pensar que van seguir sin pegar palo al agua unos añitos más y con unas retribuciones que en el sector privado jamás lograrían alcanzar. Aunque les da igual que se lo digan a la cara. Ellos, a lo suyo, a ejercer de abrazafarolas por un plato de lentejas. Esa es su única ética.

Y una vez más, a la sociedad española, nos someten a sus errores y despropósitos. Esta vez, con la palabra «amnistía» como ariete.

La Constitución de 1978 no aborda una ley de amnistía claramente, por lo que parece que no existe realmente un prohibición concreta. Aunque, supuestamente, sería contraria al principio de igualdad contemplada en el artículo 14 de la Constitución. Y es que, los que no somos letrados, nos está costando entender la justificación de unos posibles privilegios a personas de manera colectiva que supuestamente han delinquido. Dicho esto, la confrontación entre españoles está servida una vez más.

Es evidente que los reinos de Taifas nacionalistas-separatistas están intentando conseguir sus objetivos a cuenta de un Pedro Sánchez que únicamente piensa en conservar el poder sea como sea.

Pero entra dentro de la lógica, de la suya, por supuesto. ¿Qué esperábamos los españoles y españolas de una clase política que utiliza pinganillos para escucharse, que no para entenderse? ¿Y con una lengua común, el español, que los nacionalistas radicales desprecian?

Nos esperan más tiempos turbulentos, donde el interés general únicamente es una quimera y una frase hueca. Habrá que afrontarlos con serenidad y firmeza, mucha firmeza. Y ya veremos qué sucede cuando en octubre Sánchez se convierta nuevamente en presidente de un país roto, receloso, descorazonado, descreído y desilusionado.

Y sí. El programa de gobierno planteado el martes por Feijóo es constructivo. El candidato ha presentado un realista y sólido programa de gobierno. Con la igualdad entre españoles y comunidades autónomas como bandera, con lo que me identifico.

Su programa económico es realista y actualizado. Y me quedo en especial con esta frase ,»Las pymes y autónomos son el alma de nuestra economía». Aunque me gustaría que hubiese hablado más de la vivienda. Pero me quedo con una de las grandes reclamaciones de nuestro sector: «Hay que cambiar la ley para desokupar en 24 horas». Un punto este que he defendido, y argumentado en diversas ocasiones.

Dicho esto, en este impasse de tiempo -el cual deseo que dure lo menos posible- espero con impaciencia que la persona que deba liderar la próxima candidatura a la presidencia del Gobierno de España tome buena nota de todo lo que no se debe hacer. Y también ,que se prepare para reconstruir un país que va quedar, en todos los parámetros sociales y económicos, con un nivel de destrozo más que considerable. Así que, Isabel Díaz Ayuso, como se dice en el argot futbolero, vete calentando para salir al campo. Aunque para ser sincero, y no pecar de ingenuo, creo que lleva ya un tiempo haciéndolo, lo cual me parece bien. Si Madrid es el espejo al que debe mirarse el resto de España, creo entoces que es la persona indicada para liderar la reconstrucción de nuestro país con garantías, solidez y credibilidad.

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