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La retirada forzosa de Villar Mir de Galicia: hipoteca Ferroglobe y pincha en el eólico
Con andar de imperio en descomposición, Grupo Villar Mir ha emprendido el repliegue ante el acoso de la deuda, llegando hasta el exilio en OHLA, compañía que fundó Juan Miguel Villar Mir en 1999 mediante la fusión de Obrascón, Huarte y Laín, y de la que vendió su último 7% este mismo año en favor de Tyrus, su principal acreedor. La salida de la constructora se produjo después de la venta de Fertiberia y en medio de una serie de desinversiones en Ferroglobe, la multinacional resultante de la fusión entre Ferroatlántica y Globe, y la empresa que controla los principales activos que el marqués conserva en Galicia. Como en otras partes, tampoco en territorio gallego Villar Mir es lo que era.
El exministro de Hacienda, de 91 años, tuvo en Galicia una decena centrales hidroeléctricas, tres fábricas de ferroaleaciones, minas y proyectos eólicos. Lanzó pulsos millonarios al Estado, paró las obras del AVE y prometió una fábrica de silicio solar que construyó en Puertollano. De aquellos poderes de Villar Mir, siempre bien conectado en la élite económica y política de la España que nació de la transición, quedan las minas y la fábrica de A Coruña que controla a través de Ferroatlántica, y que recibió el año pasado un rescate de 34,5 millones de la SEPI para salir a flote. También en el productor metalúrgico está reduciendo posiciones para pagar la deuda, que tiene como garantía las propias acciones de la empresa.
Villar Mir recurre a la dación en pago
En enero de este año, Villar Mir suscribió un contrato de dación en pago con el fondo Tyrus mediante el que le entregó 5,67 millones de acciones de Ferroglobe. El año anterior ya se había desprendido de más de nueve millones de títulos de la compañía, con los que obtuvo 65 millones de euros para cumplir sus compromisos con el fondo. Finalizado el ejercicio, todavía debía a Tyrus 390 millones. El pasado verano, Grupo Villar Mir volvió a vender acciones por valor de 23,7 millones. La participación que tenía en Ferroglobe, del 57% en el momento de la salida a bolsa, se sitúa actualmente en el 40,7%, manteniéndose, eso sí, como primer accionista. La memoria de ejercicio del grupo, sin embargo, explica que las acciones de Ferroglobe están pignoradas como garantía frente a Tyrus y que prevé entregar «un cierto número» de ellas para cancelar parte de la deuda con el fondo.
A través del grupo de ferroaleaciones, Villar Mir controla la fábrica de Sabón (A Coruña), que ha pasado el último año prácticamente parada por el encarecimiento de la energía, y las minas Sonia, Conchitina, Esmeralda y Serrabal, procedentes de las concesiones otorgadas en su momento a Ramsa y Cuarzos Industriales. Por esta última mina, la de Serrabal, el exministro llegó a reclamar 895 millones de euros al Estado en concepto de lucro cesante, debido al impacto de las obras del AVE a Galicia en la explotación. La demanda, quedó en nada, pero las obras de la alta velocidad llegaron a paralizarse ante la ofensiva judicial.
El fantasma de las centrales
Grupo Villar Mir mantiene una presencia fantasmagórica en Xeal, las fábricas de Cee y Dumbría y las 10 centrales hidroeléctricas que el fondo Sixth Street Partners acaba de vender al grupo checo Energo-pro. Ferroglobe trató de vender esas centrales en dos ocasiones. Primero, segregándolas de las fábricas y traspasándolas a Brookfield, al que nada interesaba el negocio metalúrgico. La Xunta, a través de Augas de Galicia, frenó la operación, ya que la concesión de las hidroeléctricas, ubicadas en los ríos Xallas y Grande, está vinculada a la actividad de las plantas, por lo que no podían segregarse. Villar Mir respondió a la afrenta llevándose la planta de silicio solar que iba a construir en A Coruña a Ciudad Real.
Poco después, en 2019, consiguió cerrar la venta de todo el complejo, fábricas y centrales, al fondo Sixth Street, una operación con la que consiguió 170 millones para seguir limpiando pasivo del balance. Aquel acuerdo con el fondo norteamericano conllevó un compromiso de Ferroglobe para adquirir la producción de las plantas de Cee y Dumbría. Este pacto se mantendrá con la llegada de Energo-pro.
Encadenando batallas en el eólico
La última incursión de Villar Mir en Galicia ha sido en el sector eólico, no solo por el auge de las renovables, sino también para abastecer de energía limpia a la planta de Sabón. Sin embargo, la división energética del grupo se llevó un portazo a comienzos de este año. Recibió declaraciones de impacto ambiental desfavorables para los parques eólicos de A Picota, A Picota II y Vilacoba. Los dos primeros, de 29,4 y 21 megavatios, respectivamente, se proyectaban sobre el concello de Mazaricos. El tercero, controlado por la filial Cartera Vimira 25, pretendía instalar 23 megavatios en Lousame.
Los pinchazos de estos parques no se produjeron en el de Monte da Croa, una instalación de siete aerogeneradores y 27,9 megavatios que recibió luz verde de la Xunta. Sin embargo, su proceso de tramitación ha recibido una cascada de alegaciones, que luego derivaron en campañas contra el desarrollo del parque promovidas, entre otros, por Adega. La asociación ecologista incluso lanzó una colecta para llevar el parque eólico a los tribunales.