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Terra Chá como síntoma

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“O país dos mil ríos”, así califica a Galicia uno de los muchos tópicos que sobre ella se manejan. Buena parte de los mil ríos del país discurren por Terra Chá, una región de campos agrícolas y pastos; su territorio guarda los signos de un glorioso pasado medieval y de la próspera hidalguía de los siglos posteriores; también de las obras de quienes enviaron fondos desde América para construir escuelas; es abundante la presencia de ganado vacuno tanto para la producción de leche como de carne; en convivencia con los pastos, el bosque domina el paisaje con prioridad de robles, castaños, abedules, alisos, sauces y también pinos.

Galicia y Terra Chá comparten los rasgos anteriores. Así mismo coinciden, en el caso de la comarca chairega con especial intensidad, en la recesión demográfica. Tomé los datos del INE correspondientes a los nueve municipios que componen Terra Chá según el mapa comarcal de la Xunta. Estos municipios son Abadín, Begonte, Castro de Rei, Cospeito, Guitiriz, Muras, A Pastoriza, Vilalba y Xermade. Según el censo de 2001, en ellos residían 48.801 personas. En el censo de 2022, esa población se ha reducido hasta las 39.047 personas. En veinte años, la comarca perdió una quinta parte de su población.

Estuve los cuatro días de Semana Santa en Terra Chá. Tuve la oportunidad de conversar con residentes en la comarca, entre las cuales la conversación con el empresario Manuel Lozano me causó un desasosiego especial. Hombre inquieto y sensible a los problemas del país, cuenta con explotaciones agrícolas, una empresa maderera enfocada al mercado exterior y un negocio de hostelería. Su principal preocupación radica en la falta de trabajadores disponibles. Calcula que podría triplicar la estructura y la producción si pudiera encontrar el personal que necesita. La última cosecha la pudo hacer gracias a la colaboración de once hombres de origen hondureño que vinieron a la comarca a recoger las fresas plantadas por la empresa onubense Surexport. Y concluye Manuel: o eucalipto paréceme malísimo pero é a única alternativa que queda.

Aún resuena en mi mente la sentencia nefasta del empresario de Cospeito. Al parecer, hace años no se veía ni un eucalipto por la zona. Encoge el alma saber que va progresando también en Terra Chá, en algunos municipios como Castro de Rei o Guitiriz con singular voracidad. Primero se plantaría en pequeñas fincas sin uso; luego, sería en sustitución de tierras agrarias; después se talarían algunos ejemplares de bosque autóctono; el proceso comenzaría a contagiarse y se sumarían otros propietarios. Ocurrió en la Galicia litoral; empieza a suceder en Terra Chá.

El eucalipto representa una rendición, una renuncia a diseñar e implantar políticas de desarrollo local como las que existen en el medio rural de cualquier país de la Unión Europea. Ningún otro ha asumido la ruina del eucalipto, esa especie que destroza el paisaje, acaba con la biodiversidad, arrasa el suelo y seca los acuíferos. El 28 de mayo se renuevan los gobiernos municipales y provinciales. La elección en Terra Chá -y en toda Galicia- será entre gestionar la decadencia o intentar la transformación y el desarrollo. Ante la falta de interés y éxito por parte de la Xunta, la labor de los nuevos concellos se revela fundamental para el cambio de ciclo en el rural gallego.

La Terra Chá es la comarca más grande de Galicia y presenta diferencias en cuanto a lo que se denomina «valor natural». De hecho, hay zonas en Galicia con mayor potencial productivo, pero tanto sus condiciones climáticas como las características de su suelo facilitarían la puesta en marcha de proyectos perfectamente viables y con un mercado asegurado en (expongo a modo de ejemplo):

  • Cereales como el maíz, la cebada y el trigo, que además de un alto potencial productivo, son una buena opción para la rotación de cultivos con las leguminosas.
  • Leguminosas como las habas, los guisantes e incluso la soja, pueden ser igualmente productivas en la comarca.
  • Hortalizas: entre las diversas posibilidades, mencionaría la col, la lechuga, la zanahoria o la patata, entre otras.
  • Frutales: los manzanos, perales y pexegueiros, así como los castaños, nogales y almendros, también son especies de potencial aprovechamiento.

Terra Chá puede convertirse en una referencia de la transformación que necesita la Galicia rural. Para ello, ha de planificar la revolución de su entorno natural en una acción conjunta de sus concellos, y convocando a los diferentes agentes implicados -propietarios, productores, empresas alimentarias y cooperativas, intermediarios, minoristas, oficinas de empleo, centros de investigación, universidades, centros de formación profesional…- en una estrategia amplia que fomente los cultivos agrícolas regenerativos, su adición de valor a lo largo de la cadena productiva y su distribución.

Esa estrategia debe incluir medidas complementarias que faciliten la vida en sus pueblos y atraigan el interés exterior. La restauración de casas de arquitectura tradicional resulta esencial. En Vilalba, por poner el ejemplo más evidente, hay decenas de casas de piedra en ruinas por rehabilitar. Su recuperación supondría un valor adicional para establecerse en Terra Chá así como para mejorar la imagen general de la comarca.

Estrategias como las anteriores no son exóticas o excéntricas en absoluto. Se trata de lo que está ocurriendo en toda la Unión Europea, donde las políticas potencian la valoración de lo propio, el desarrollo local, la promoción de la biodiversidad y el cuidado del medio ambiente. Eso o aceptar la resignación colectiva, abandonar toda esperanza y esperar a que el eucalipto -la resignación- siga avanzando.

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