Sequitos
Siguiendo con el relato de los hechos extraordinarios que se están produciendo en estas fechas, debidos al cambio climático, tenemos récords de temperaturas máximas por todo el mundo, desde China hasta Phoenix, pasando por Girona o Túnez. Sin olvidarnos de las noches tórridas que dificultan el descanso –lo que puede tener graves consecuencias para la salud– o, como decía días atrás, a los escandinavos disfrutando de masas de aire subtropical en esas latitudes árticas, algo que puede alterar los patrones de circulación atmosférica y provocar condiciones climáticas inusuales y extremas.
Para más pruebas y comprobaciones, un estudio realizado por la World Weather Attribution (WWA), cuyo objetivo es establecer la conexión directa entre fenómenos meteorológicos extremos y el cambio climático, revela que las recientes olas de calor en julio habrían sido “casi imposibles” sin el cambio climático. Estas olas de calor han afectado gravemente al sur de Europa y a algunas áreas de los Estados Unidos, México y China, con temperaturas superiores a los 45 grados. Concretamente, según el informe, en China la probabilidad de la ola de calor fue al menos 50 veces mayor debido a la crisis climática. El estudio de la WWA también ha demostrado que sin el calentamiento global causado por las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del uso de combustibles fósiles, la simultaneidad de estos picos de calor habría sido extraordinariamente rara en China y virtualmente imposible en Estados Unidos, México y el sur de Europa.
Un estudio de la World Weather Attribution revela que las recientes olas de calor en julio habrían sido «casi imposibles» sin el cambio climático
El caso es que el calor extremo en Phoenix está causando un aumento en las visitas a las salas de urgencias debido a heridas por quemaduras. Los expertos advierten que la temperatura del asfalto puede ser entre 5 y 15 grados centígrados más alta que la del aire, lo que provoca heridas graves en cuestión de segundos. Caminar o estar en superficies como el asfalto expuesto al sol puede provocar quemaduras graves en la piel, conocidas como quemaduras por contacto, debido al calor extremo que se acumula en esas superficies. Ya en el año 2022, Arizona registró la trágica muerte de 257 personas debido a las altas temperaturas.
Una situación en sintonía con las medidas adoptadas en Barcelona, donde han aumentado la red de refugios climáticos para este verano, con 227 espacios, 25 más que el año pasado. O como las de Túnez, donde se han rozado los 50 grados, declarando la alerta roja por “fenómenos peligrosos de intensidad excepcional”. Con valores también por encima de los 44 grados en Mallorca, Aragón y Cataluña, con el récord histórico de 45,3 grados en Figueres (Girona) y 45,1 °C en Darnius y Navata, en la comarca gerundense del Alt Empordà.
Temperaturas que también se han alcanzado en Italia ¡y por la noche!, concretamente en Sicilia, debido al fuego y al número enorme de incendios. Que en Grecia están fuera de control y han desplazado a decenas de miles de personas. De hecho, este país está sufriendo los incendios más extensos de su historia, debido a la sucesión de olas de calor más larga registrada hasta la fecha. Teniendo que hablar de al menos 34 muertos en Argelia por los incendios forestales, debidos asimismo a temperaturas extremas.
Pero si el anterior artículo lo titulé Ardemos, dándole protagonismo al fuego y a las altas temperaturas térmicas y emocionales, en este le toca el turno al agua, un elemento imprescindible para nuestra existencia y del que vamos a saber cada vez más, por desgracia.
Empezando por algo tan estival como bañarse en las aguas de las playas. Con temperaturas en el Mediterráneo que han alcanzado los 30º, más lo ya mencionado en el océano Atlántico, que está haciendo que los baños en nuestras costas, generalmente fríos, se estén dando con temperaturas inusualmente elevadas. Lo que impacta en la biodiversidad marina, pues el calentamiento del agua puede llevar a cambios en la distribución de las especies y afectar a su hábitat y reproducción. Además de conllevar fenómenos climáticos extremos, ya que el calentamiento del agua del mar puede influir en la formación de fenómenos meteorológicos como tormentas y ciclones tropicales, con posibles efectos devastadores en las zonas costeras.
Más la acidificación del agua o el impacto en actividades humanas, que pueden afectar a la pesca y a las actividades recreativas relacionadas con el mar, así como a la industria turística en las zonas costeras. Como en la llamada Ciudad Feliz de Nigeria, Ayetoro, que está a punto de ser engullida por el mar, debido a los efectos del cambio climático, y gran parte de sus habitantes ya han huido o migrado y los que quedan piden ayuda internacional. Lo mismo que está ocurriendo en Bangladés, donde el avance imparable del mar está destruyendo casas, contaminando las aguas de consumo y provocando enfermedades, con unos cálculos de que en 20 años el agua dulce habrá disminuido del 41% al 17% en algunos ríos.
La reserva de agua en España ha caído estos días al 39,2%, el nivel más bajo en estas fechas desde 1995
Directamente relacionado con el consumo de este líquido elemento es el caso de la capital de Uruguay, Montevideo, que se está quedando sin agua potable debido a su escasez en los embalses. La prolongada sequía que vive el país está agotando las reservas de agua dulce de la represa principal en el río Santa Lucía, de donde se nutre la capital y su zona metropolitana, donde vive más de la mitad de la población del país. La falta de agua ha provocado un aumento de los niveles de cloruros y de sodio en el agua que sale de los grifos en los hogares. La reserva de agua en Paso Severino bajó casi 200.000 metros cúbicos en apenas dos días y batió un nuevo mínimo histórico. Hasta el gobierno argentino ha ofrecido ayuda a Uruguay para enfrentar la crisis de agua que atraviesa el país.
Por lo que respecta a la sequía en España, aludida en el artículo anterior en el que refería la reducción de la producción agrícola a una sola cuarta parte de lo habitual, resulta que la mitad del campo español está en situación de alerta por sequía, lo que podría afectar al 70% de los cultivos de secano. Concretamente, el 60% de las tierras ya están afectadas por la falta de agua, con comunidades autónomas que han dado por perdida la cosecha de cereal de este año. Cuando la reserva de agua en España ha caído estos días al 39,2%, el nivel más bajo en estas fechas desde 1995.
Continuando, por tanto, con la crónica de este verano, ya de por sí calentito y ahora mucho más, a que “ardemos” podemos unirle también que nos estamos quedando “sequitos”.