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Rubiales entregó a Louzán 5 millones para pagar la deuda de la Federación Galega de Fútbol

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Una marea de críticas y manifiestos cayó sobre Luis Rubiales este viernes, cuando el presidente de la Real Federación Española de Fútbol rechazó dimitir tras su comportamiento en la celebración del mundial femenino y su peor gestión de la crisis que provocó al besar a Jenni Hermoso en la entrega de trofeos. La Xunta, a través de la responsable de Igualdade, Elena Rivo; los dos clubes más relevantes en la historia del fútbol gallego, Celta y Deportivo; la campeona del mundo, Tere Abelleira; y la primera española en ganar una Liga de Campeones, la compostelana Vero Boquete se pronunciaron contra Rubiales o pidieron directamente su dimisión. Entre los críticos con el expresidente de la AFE no estuvo, sin embargo, Rafael Louzán, presidente de la Federación Galega de Fútbol y manso asistente al discurso de reafirmación de Rubiales ante la asamblea de la RFEF, en la que es vocal.  «Son errores que se cometen en la vida», había dicho antes sobre el beso el ex presidente de la Deputación de Pontevedra, inhabilitado durante siete años por un caso de prevaricación en una subvención a una empresa para la mejora del campo de fútbol de Moraña.

La Federación Galega de Fútbol está integrada en la RFEF y tanto la organización interna como el reparto centralizado de fondos hace que buena parte de su presupuesto dependa de ella. En las cuentas presentadas para este ejercicio, la entidad que preside Louzán, a quien se coloca entre los afines a Rubiales, prevé 6,1 millones de ingresos, de los que 1,8 millones procederán de subvenciones directas de la federación española. Otra de las partidas clave es la de derechos de televisión, por los que recibirá 1,1 millones, que también reparte la RFEF. Estas transferencias ya superan los ingresos de la actividad ordinaria de la Federación Galega de Fútbol por licencias, derechos de inscripción, patrocinios o ventas de material deportivo, entre otros conceptos. Los fondos se utilizan mayoritariamente para el fútbol no profesional, para asociaciones deportivas y para fútbol sala.

Junto a ellos, Rubiales entregó un ‘extra’ a la entidad gallega de casi cinco millones. Fue el año pasado cuando, aprovechando el partido amistoso entre España e Islandia en Riazor, el presidente de la RFEF y de la Federación Galega de Fútbol presentaron lo que Louzán definió como un acuerdo «histórico». El hito consistía en un pago de 4,97 millones en el periodo 2021 a 2025 a cuenta del llamado plan interterritorial para el desarrollo estratégico del fútbol en España, un acuerdo de noviembre de 2020, en plena crisis del Covid, para repartir fondos entre los territorios.

Sin deuda y con más patrimonio

En el caso de la federación gallega, según reflejan las cuentas anuales de la entidad del ejercicio 2021, recibió 2,25 millones en febrero del año pasado. Esta cuantía se destinó íntegramente a devolver la deuda que mantenía con Caixabank y que fue contraída para financiar las nuevas sedes de la federación en Pontevedra, A Coruña, Lugo, Santiago y Vigo. Una vez amortizada, dijo Louzán, la deuda de la Federación Galega de Fútbol pasó a ser «cero», mientras que el patrimonio de la entidad, gracias a las inversiones realizadas y ahora costeadas por la RFEF, se multiplicó por diez, alcanzando los ocho millones. Curiosamente, los préstamos otorgados por Caixabank estaban avalados por la propia federación española.

El resto de los fondos fueron asignados a la Federación Galega de Fútbol para digitalización, formación, el programa Somos + Fútbol y la mejora competitiva. Además, se incluye una partida denominada «homogeneización solidaria» que la entidad no explica en sus cuentas, pero que le aportará un ingreso de 1,36 millones. «Se trata de un acuerdo que supone un antes y un después en la vida de nuestra federación«, dijo Louzán.

El plan interterritorial para el desarrollo estratégico del fútbol, según la información oficial de la RFEF, tiene cinco ejes de actuación: buena gobernanza, excelencia deportiva, incremento de la participación, transformación digital y responsabilidad social corporativa. En base a estos objetivos, cada federación debía elaborar su propio plan de desarrollo para la asignación de fondos.

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