Quién va a ganar las elecciones
En cuanto usted salga a la calle, verá que las farolas tienen un nuevo elemento embellecedor y las paredes más información. Sí, estamos en campaña y de las luminarias cuelgan ya los rostros de nuestros alcaldables hasta las elecciones del próximo 28 de mayo. En la época del Wasup y Tik Tok, muerto y casi enterrado el teletexto, la política sigue con sus caducos sistemas de comunicación. Pues nada, prosigamos en el siglo veinte y apliquemos la semiótica para deconstruir el contenido y simbología de la cartelería política, tomando como ejemplo la ya pegada y colgada en la capital de Galicia.
“Vota o que penses”
Este es el curioso eslogan del PSdeG, con una imagen nítida, rotunda de un Bugallo editado con fotografía retocada por el mismo fotógrafo que utiliza el ¡Hola! cuando publican las fotos de la Preysler. Llenando el cartel, rostro omnipresente, no apareciendo ningún elemento que nos haga recordar que cursa por su partido; como opción ahora gobernante, alarde de medios, dos carteles por ambos lados, y en el colorido con el inevitable rojo corporativo, otro mensaje críptico, “O que penses importa”, donde se observa un logotipo del PSOE desprovisto de cualquier elemento identificativo con lo gallego, salvo un corazón absolutamente inexplicable. Invita a acudir a votar con una obligada pinza, a elegir papeleta por ideología y no por los logros del partido, listas de Bildu incluidas. “Santiago vai”, su lema, se presta a ser víctima del cruel humor grafitero.
“Compostelaré”
Como digna oposición municipal, el candidato del PP de Galicia se presenta con un único pasquín; somos la derecha austera. El logo del PP de un Borja Verea en blanco nuclear invita a votar al partido con una propuesta imposible de entender por su ingrata pronunciación: “Compostelaré. Santiago en futuro”. Un candidato con aire de eterno opositor, gafas redondas imperceptibles, nos recuerda la necesidad de acudir al menos anualmente a Vitaldent, demostración clara de generaciones previas de haber comido caliente. Con nombre propio, Verea escrito con una inexplicable V en doble formato, fía la expectativa al apoyo en el partido, dando preeminencia a las siglas, pretendiendo así apalancar la campaña en los logros de Génova, a diferencia de la última estrategia de su hermano mayor, Núñez Feijóo. “Galicia, entre todos”, incluso contando con Alfonso Rueda. Por cierto, no lo escondan que lo está haciendo bien, a pesar de la herencia.
En la época del Wasup y Tik Tok, muerto y casi enterrado el teletexto, la política sigue con sus caducos sistemas de comunicación
“Merece Máis!”
La modestia y la austeridad va por barrios, afectando, cómo no, más a la izquierda que a la derecha. Ya se sabe, hay que hacer de la pobreza virtud. El BNG presenta imagen y nombre completo de la candidata, por si acaso pudiéramos confundirnos al votar, siempre peleada con el gremio de las peluquerías. En una extraña cuatricomía de colores imposibles, destaca inscrito en otro también inexplicable corazón invertido un lema que más bien se podría aplicar a la lideresa del partido que a la candidata munícipe. Pero no, en este caso no se refiere a Ana Pontón, sino a la capital del Reino, ahora que este, Gómez, ya no representa a Podemos. El cartel seguramente está concebido por el cuñado (o cuñada) de alguno de los gerifaltes (o gerifaltas) del partido, estudiante todavía en primero de diseño.
“Polo que importa”
Compostela Aberta apuesta por la simbología más radical y con una austeridad casi monacal, aunque, eso sí, laica, se decide por un desvaído azul comunidad, fondo para una cartelería absolutamente naif donde destaca por un lema ínfimo por tan apretado en contenido: “Polo que importa”; bien pudiera hubiera haber incluido, por ahorrar, tanto el logo de Camy con sus helados como el emblema correspondiente al capítulo gallego de la Asociación Interprofesional Española de Carne de Avícola. Dos colores, efigie de su candidata, María Rozas y logotipo necesitado de explicación. Por seguir con el desvaído, solo la mitad de las propuestas en destacado.
Obligados estamos a responder al llamado del título del artículo. ¿Qué? ¿Quién gana? Pues claro está, Bildu. Presentando las listas con los etarras parece obvio que ya ganó. ¿Y Quién pierde? En el caso de Santiago de Compostela, los responsables de las campañas y los publicistas que, cuales cirujanos de la cosa estética, y dado que el cliente siempre tiene la razón, aceptan cualquier encargo sea cual sea el volumen de aumento mamario solicitado.