Ourense, epicentro de la polémica, clave para definir la hegemonía política en Galicia tras el 28M
A cara de perro. En la medianoche del jueves al viernes arranca la campaña electoral de unas municipales que emergen como claves a la hora de medir el músculo de las fuerzas políticas gallegas de cara a las primeras autonómicas que Galicia celebrará desde 2009 sin la presencia de Alberto Núñez Feijóo como candidato del PP. Los partidos convienen en destacar la importancia de estos comicios locales aunque conceden que, de cara a definir el poder en la comunidad en 2024, la piedra de toque estará en las generales del próximo mes de diciembre.
En cualquier caso, Ourense, convertido en el centro de la polémica tras los escándalos ligados a las figuras de Manuel Baltar y de Gonzalo Pérez Jácome, se revela como pieza fundamental para construir la hegemonía política en la comunidad tras el 28M. Y, en estos momentos, pocos pueden hacer una predicción de lo que ocurrirá en las urnas. Los partidos enfrentan los comicios más inciertos que se recuerdan en la Cidade das Burgas, plaza fundamental para definir el color de la Diputación de Ourense. Y un cambio en el histórico bastión del PP marcaría un antes y un después en el reparto de poder en la comunidad.
Las perspectivas del PP
Las municipales son la primera gran prueba de fuego de Alfonso Rueda, heredero de Feijóo en el trono de San Caetano, y de un nuevo PSdeG que parece haber dejado atrás las polémicas internas de la etapa de Gonzalo Caballero y que en estos momentos tiene tres cabezas visibles: el actual secretario xeral, Valentín González Formoso, el delegado del Gobierno, José Ramón Gómez Besteiro, y el flamante nuevo ministro de Sanidad, José Miñones. El BNG, por su parte, tratará de mantener la línea ascendente de las últimas citas con las urnas, un efecto Pontón, en sus palabras, que llevó a los nacionalistas a superar su techo electoral histórico en las autonómicas del año de la pandemia, sorpassando a los socialistas como segunda fuerza en el Parlamento.
Hasta ahora, las distintas encuestas que se habían ido publicando coincidían en exponer que los hipotéticos pactos post electorales de PSOE y BNG mantendrían al PP alejado del bastón de mando de la mayoría de las ciudades gallegas. En cualquier caso, a Rueda le bastaría una mínima subida para salvar los muebles. El último gran año de los populares a nivel local fue en 2011, hace más de una década. Entonces se hicieron con el poder en Ferrol, A Coruña, Santiago y Ourense, así como con todas las diputaciones excepto la de Lugo. Hoy en día, los conservadores no tienen el Gobierno de ninguna de las siete urbes de la comunidad y solo retienen la diputación ourensana.
Golpe a las encuestas
En este escenario, y según distintas fuentes consultadas por Economía Digital Galicia, el PP daba por bueno el resultado que pronosticaban la mayoría de las encuestas, tanto las públicas como las internas. A los de Rueda le daban posibilidades de recuperar las alcaldías de Ferrol y de Ourense y mantener la histórica diputación de los Baltar. Además, desde el partido se apuntaba también a que existían opciones reales de recuperar los entes provinciales de A Coruña y Lugo, aún a pesar de no conseguir gobernar en las ciudades, si lograban el poder en los concellos medianos y una subida en el número de concejales a repartir.
No obstante, el polvorín en el que se ha convertido Ourense, con los escándalos ligados primero a José Manuel Baltar y luego a Gonzalo Pérez Jácome en las últimas dos semanas, deja casi sin efecto las encuestas electorales realizadas hasta el momento.
Conducción a 200 kilómetros por hora y supuestas mordidas
En el último mes, los escándalos ourensanos comenzaron con la multa al presidente de la Diputación tras ser cazado conduciendo el coche oficial a más de 215 kilómetros por hora en Zamora. La infracción no solo le valió una multa sino la apertura de un juicio rápido que, de momento, se dilata en el tiempo después de que el letrado del barón ourensano no se presentase a la cita en los juzgados de Puebla de Sanabria.
Más allá de este caso, por el que el presidente Rueda ha tratado de pasar de puntillas — el PP ya ha anunciado que no esquivará la foto con el dirigente político, con el que hará campaña este mismo jueves— el gran escándalo político llegó de la mano de La Región, que hizo públicos unos audios del alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, en los que desliza la existencia de una trama de mordidas. En los mismos se puede escuchar la voz del alcalde y de otro interlocutor manteniendo una conversación en torno al modo de actuar como conseguidor de una persona de confianza del mandatario para obtener fondos de concesionarias de servicios y obras municipales.
¿Peligra la Diputación?
Estos audios, que han llevado a la Fiscalía de Ourense a abrir diligencias de investigación penal a raíz de una denuncia del PSOE, dinamitan la correlación de fuerzas que hasta ahora parecía previsible. Una hipotética bajada de Jácome, y la posibilidad de que esta no fuese rentabilizada por el PP del exalcalde Manuel Cabezas podría aumentar las posibilidades de socialistas y nacionalistas de recuperar la alcaldía, poniendo en jaque la diputación. Y es que la hegemonía de los Baltar en Ourense ya no es la de antaño, pues en 2019 lograron retenerla precisamente con el apoyo de Democracia Ourensana, el partido de Jácome.
“Hay nerviosismo, porque nadie sabe ahora mismo lo que va a pasar y no hay tiempo para maniobrar”, opinan fuentes del entorno del PP ourensano consultadas por este medio.
Esas mismas fuentes aseguran que PP y PSOE, con Manuel Cabezas y Francisco Rodríguez al frente, habrían pactado una suerte de pax para alejar a Jácome del bastón de mando. Un pacto que no llegó a hacerse público por el que ambas formaciones aceptarían que gobernase la lista más votada, de ser una de las dos, permitiendo la investidura. Ese acuerdo tácito tiene cierta lógica para un escenario de PP y PSOE como principales fuerzas y Democracia Ourensana como partido bisagra, necesario para la conformación del Gobierno de cualquiera de los dos. Esta era la previsión que tenían populares y socialistas antes de los audios de Jácome y la multa de Baltar.
Ourense-Santiago-Madrid
Con el caos de Ourense hay tres niveles de nerviosismo, y la intensidad es más alta en función de la proximidad de las elecciones. En Ourense todo son urgencias. PSOE y BNG han visto una debilidad a explotar en unos comicios en los que no se esperaba que pudieran superar los resultados de las últimas municipales. Han presentado denuncias ante Fiscalía por los audios de Gonzalo Pérez Jácome y están dispuestos a recordarle a Baltar y a Rueda cada día el pacto por el que se convirtió en alcalde de la tercera mayor ciudad de Galicia. De ese pacto se intenta desmarcar lo máximo posible el candidato Manuel Cabezas, cuya relación con el presidente de la Diputación de Ourense es fría, cuando no tensa.
En Santiago, Alfonso Rueda traslada imagen de tranquilidad, aunque no lo está en absoluto. El presidente de la Xunta acudirá a un acto electoral en Pereiro de Aguiar (Ourense) en el que está previsto que participe el barón ourensano. Baltar irá a juicio por la mañana y al mitin con Rueda por la tarde. El líder provincial de los populares fue un colaborador necesario para que el presidente de la Xunta pudiese tomar el mando en el PP sin provocar un cisma interno.
En Madrid, Feijóo ve desde la distancia lo que antes sufría en primer plano. Un sector del partido no tendría problema en apartar a Baltar, y así se lo han trasladado, pero el dirigente gallego sabe del impacto que podría tener una decisión así en el futuro de la Xunta y de Rueda.