Más difícil todavía
En un impactante comunicado, la comunidad científica ha revelado que la mayoría de los límites de la Tierra han sido sobrepasados. Hace dos años escribí una serie de artículos al respecto, precisamente titulados “Punto existencial de no retorno” (I, II y III), con las correspondientes posibles opciones, en caso de actuar o no. Pero, lamentablemente, frente a las ganancias de unos pocos, continuamos precipitándonos al abismo existencial, perdiendo tiempo y esperanzas.
En esta nueva evidencia, publicada en la revista Nature y llevada a cabo por una comisión científica internacional, además de identificar los umbrales que regulan la vida y la estabilidad de la Tierra, los científicos constatan que siete de los nueve límites establecidos ya han sido superados, lo que pone en peligro tanto la vida actual en el planeta como las futuras generaciones. Por eso que hacen una llamada urgente a los gobiernos y empresas para que tomen medidas inmediatas, pero seguimos en la etapa del ninguneo y de seguir sacando tajada, a pesar de la que ya está cayendo.
Uno de los desafíos más preocupantes es el incumplimiento del límite seguro y justo en relación al clima. Además, se han sobrepasado los umbrales de la extinción de la biodiversidad, del agua dulce y de la contaminación del aire, suelo y agua. También, la combinación de la desertización de los suelos y el cambio climático crea un círculo catastrófico.
Una desertización como resultado del cambio climático, la explotación insostenible de la tierra, la deforestación, la sequía y el mal manejo de los recursos naturales, que en todo el mundo ya afecta a alrededor de 1.500 millones de personas y puede conducir al desplazamiento de hasta mil millones de personas debido a la hambruna y a la escasez de recursos (como ya está ocurriendo en el Sahel), según la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD).
Algo que no solo afecta a los llamados países pobres. Por ejemplo, según el Servicio de Conservación de Recursos Naturales de Estados Unidos (NRCS), se estima que este país está perdiendo alrededor de 1,7 millones de acres (cerca de 688.000 hectáreas) de tierras agrícolas cada año, debido a la erosión del suelo y otros factores de degradación relacionados. Con un impacto económico, según un informe del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), de al menos 44 mil millones de dólares anuales y, entre 2012 y 2017, un promedio de 10.000 granjas abandonadas cada año.
La revelación de los límites sobrepasados también ha expuesto la hipocresía de las empresas directamente involucradas
Tampoco hacen falta estos cálculos para darse cuenta de lo que está ocurriendo, ya que se pueden comparar fotos satelitales de hace unos pocos años y las actuales, para comprobar cómo las zonas verdes han ido perdiendo terreno a pasos agigantados en todo el mundo.
Para abundar en la necedad, negligencia y avaricia a las que parece estamos acostumbrados, la revelación de los límites sobrepasados también ha expuesto la hipocresía de las empresas directamente involucradas. Ya que las compañías petroleras han negado o minimizado siempre el cambio climático (lo siguen haciendo), basándose únicamente en la falta de una confirmación científica total: es decir, que todas las evidencias e informes se tiraban abajo simplemente apelando a la posible duda, en una clara estrategia manipuladora de dilaciones, engaños y mentiras. Pero es que ahora se ha descubierto que estas mismas empresas han estado preparándose secretamente para los efectos del cambio climático en sus instalaciones, como la mayor altura dada a las plataformas marítimas o el reforzamiento de los pilares por el descongelamiento del permafrost. Lo que demuestra el conocimiento interno de la situación y su hipocresía al engañar a todos. Más lo que también saben y obvian sobre el no sellado de los cientos de miles de pozos petrolíferos abandonados, tanto en el mar como en tierra, y que, además de contaminar de múltiples maneras, desde materiales a productos tóxicos, están emitiendo gases como el metano, con un efecto invernadero 28 veces más potente que el dióxido de carbono.
Para más colmo, se ha podido comprobar que lo sabían desde 1947, es decir, con tiempo suficiente para ahorrarnos todos estos problemas y haber tenido alternativas de forma normal. Pero lo ocultaron todo por el dinero, cuando ahora se enfrentan a demandas multimillonarias. Supongo que personalmente tendrán sus espaldas bien cubiertas (otra demostración más de su hipocresía), como también ocurrió con el caso de las tabaqueras, con las crisis bancarias, etc. Es decir, que a estos especuladores, que solo viven para y por el dinero, no les importa ni se paran en destruir lo que haga falta, con tal de tener sus cuentas corrientes a tope.
Estas revelaciones han generado indignación en diversas partes del mundo y, por ejemplo en ciudades como Nueva York, se están preparando demandas legales contra estas empresas por su ocultación y negación del cambio climático y su posterior adaptación privada. Pero lo curioso del caso es que van a ser demandadas por ocultar información a sus accionistas, no por todo lo que están haciendo y afectando o por poner sus intereses económicos por encima de la preservación del planeta y el bienestar de las personas. Algo así como cuando a Al Capone por fin pudieron encarcelarlo, pero no en base a sus crímenes, sino por fraude fiscal.
El caso es que no se puede explicar que por unos cuantos intereses empresariales y negacionistas acólitos se siga como se está haciendo, con el “poderoso caballero don dinero” siempre detrás de nuestras peores acciones y a pesar de todas las evidencias e informes (ya van seis de la ONU, cada uno de ellos integrado por unos veinte mil estudios científicos, aprobados por la mayoría de países del mundo).
La confirmación de que los límites de la Tierra han sido sobrepasados vuelve a mostrar el dominio de la codicia y también de la hipocresía
Una serie de TV, Un futuro desafiante (tal cual), se basa en la historia de un líder mundial carismático y ambicioso (particularmente me recordó a Elon Musk) que ha desarrollado una tecnología para desalinizar el agua pero, en lugar de utilizarla para el beneficio de toda la humanidad, especula con la crisis del cambio climático y controla el acceso al agua potable. Algo que ya se está haciendo, por lo que, como se suele decir, la realidad supera a la ficción.
Hemos llegado a esta situación límite, no por falta de información, avisos, conocimiento o pruebas, sino por nuestra codicia. Pues tipejos como el de la serie, más toda la caterva de ahí para abajo, son capaces de especular con el cambio climático, con el hambre, con el agua, con lo que haga falta, con tal de sacar tajada. Y seguramente esté ocurriendo algo parecido a lo de la serie –como el ocultamiento y omisión de información que se demuestran ahora de las empresas petroleras– y que haya claros intereses –por ejemplo– en el deshielo del Ártico, no solo para facilitar el transporte marítimo de mercancías, sino para seguir extrayendo combustibles fósiles, piedras preciosas y todo tipo de estupideces que están hundiendo nuestro futuro.
Ahora no me acuerdo dónde leí una propuesta para que la codicia fuese incluida en las leyes y códigos penales de los países, mostrando lo que ganaríamos con esta medida legal de orden mundial. Y es que parece que por las buenas no aprendemos. La confirmación de que los límites de la Tierra han sido sobrepasados vuelve a mostrar el dominio de la codicia y también de la hipocresía.
Y es que, aunque se recurre frecuentemente a la frase de Einstein de que hay dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez humana, y que sobre el primero no estaba seguro, por desgracia no hace falta ser un genio para llegar a esa conclusión ya que, si no, no se explica lo que estamos haciendo. Solo añadir que esa estupidez hace que, en lugar de una especie o una sociedad, lo nuestro se parezca más a un circo, con todos mis respetos a este gremio pero utilizando también la conocida expresión y su correspondiente significado. Mientras que este mal espectáculo que conformamos y damos está en la parte del “más difícil todavía”. “Pasen y vean”.