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Los tres impuestos de la Xunta a las energéticas apenas suman el 1% de toda su recaudación

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En pleno debate sobre su impacto social, económico y paisajístico y, sobre todo, por el retorno que deben generar, Galicia tiene sobre la mesa propuestas de nuevos proyectos eólicos que sumarían una potencia instalada de 15.000 megavatios, “superando incluso el objetivo de nueva potencia para todo el Estado en 2026”. Lo dicen los autores del informe “Sector energético en Galicia, presente y futuro”, que promueve el Consello Económico e Social (CES). Además, según el estudio, la Comisión Europea prevé “un importantísimo desarrollo de la energía eólica marina, que podría suministrar a nivel europeo cerca del 14% de la demanda de electricidad en 2030, porcentaje que se prevé que llegue hasta el 30% en 2050”.

Frente a esa realidad, la del recorrido de las renovables, no exento de polémica actualmente, otra bien distinta, que pasa por los retornos de su implantación, y supone un gran contraste, al menos en Galicia. Escaso impacto en las cuentas públicas y en los últimos años, al menos desde 2016, claramente la baja. Así se podría resumir el impacto de la política impositiva de la Xunta en materia energética.


Los impuestos energéticos

En síntesis, los tres impuestos a la energía de la Xunta apenas suman el 1% de toda su recaudación al año. Lo dice el informe del CES sobre la energía que coordina Fernando de Llano Paz, y firman también Guillermo Iglesias Gómez y Paulino Martínez Fernández. El estudio pone de relieve el escaso impacto en las cuentas de impuestos indirectos como el de la contaminación atmosférica, a la baja tras el cierre de las térmicas, al que se suman el del impacto ambiental de agua embalsada y el canon eólico, que también retroceden en los últimos años.

En Galicia existen cuatro impuestos indirectos propios establecidos por la legislación autonómica, que se basan en la consideración de los efectos negativos asociados a la explotación de las instalaciones energéticas. Estos impuestos se relacionan con la contaminación del aire, el impacto ambiental del agua embalsada, el número de aerogeneradores por parque eólico, conocido como el canon eólico, y el del agua, que en este caso también afecta a usos domésticos o generales. La recaudación de los tres primeros representa algo más del 1% del total obtenido por impuestos indirectos por la administración gallega. Si se atiende a toda la recaudación, impuestos directos e indirectos, el importe no llega siquiera a ese porcentaje.

Recaudación a la baja

El estudio destaca la recaudación del impuesto eólico, que es el doble del relativo al agua embalsada (221,1 millones de euros frente a 11 millones en 2021), y entre estos dos suman del 90% al 97% del total de los tres. Los ingresos de los tres disminuyen en el periodo analizado, aunque es claramente el impuesto sobre la contaminación atmosférica el que presenta la mayor caída de recaudación, con un descenso del 76,8% entre 2016 y 2021.

“Esta cifra está motivada por la reducción de la generación eléctrica de origen térmico con carbón”, mantienen. El resto de impuestos recauda algo menos, aunque “en el caso del daño ambiental de las aguas embalsadas sigue comportándose de forma irregular, posiblemente por los cierres de ejercicio y la contabilización de los derechos reconocidos en distintos momentos de devengo” del impuesto, dicen los autores. El canon eólico reduce ligeramente su recaudación, un 4%, “por la reducción del número de aerogeneradores por procesos de repotenciación”, explican.

Impacto mínimo

En cuanto al impacto en las cuentas públicas, la recaudación de estos tres impuestos representa algo más del 1% del total obtenido por impuestos indirectos por la Administración gallega. La participación media en estos años ha sido del 1,1%, con una tendencia a la baja del 1,27% en 2016 al 1,02% en 2021.

Si la valoración se hace contra el conjunto de impuestos reflejados en las cuentas públicas, incluidos los de carácter directo, esta evolución también se vería disminuir, pasando del 0,75% del total al 0,56%. “Esta dinámica de adelgazamiento”, mantiene el equipo de autores, “se explica porque además de la caída en la recaudación de este tipo de impuesto ambiental, principalmente el de contaminación atmosférica, se produce un aumento paralelo de otros impuestos, tanto indirectos como directos, en ese período”.

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