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Galicia y las trampas del desarrollo (y III)

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Las razones de que Galicia no pueda evitar caer en la trampa del desarrollo hay que buscarlas en los tres elementos que definíamos anteriormente: la productividad, el empleo y las dinámicas demográficas.

En lo que respecta a la productividad, los promedios gallegos han estado siempre por debajo de las medias nacionales, revelando una menor eficiencia. A pesar de ir corrigiéndose las ratios (fundamentalmente por la sustitución de ocupados más que por intensificación del capital tecnológico y por el tamaño de las empresas) el ritmo de convergencia ha sido bajo, quedando cierras actividades todavía muy alejadas de los promedios españoles (por ejemplo, los sectores primarios e industriales). Los ratios son muy expresivos: si bien es cierto que Galicia corrige el diferencial con los promedios españoles, sobre todo en el periodo 1981-2000, en el que la productividad gallega aumenta 5,6 veces por 4,1 veces en España; más tarde, el diferencial entre ambas productividades se va acortando, lo que avala que la introducción de niveles de eficiencia (aquellos relacionados con la incorporación tecnológica, la cualificación profesional, las economías de escala y el tamaño de las empresas) no llegaron a contribuir a reducir completamente las diferencias. De hecho en el periodo 2000-2020, los márgenes de crecimiento de la productividad entre la economía gallega y la española son muy parecidos.

Las políticas nacionales se han centrado, principalmente, en reforzar las áreas territoriales ganadoras, más dinámicas

En lo que atañe a los ocupados, las diferencias son muy notables si las reflejamos en términos de crecimiento y de absorción de puestos de trabajos Galicia apenas ha movilizado nuevos empleos después de cuarenta años. En tanto que la economía española no deja de absorber tanto nuevos demandantes de trabajo nacionales como emigrantes. La conclusión, como se pone de manifiesto en todos los manuales de la economía gallega, es que a “Galicia le cuesta mucho generar empleo”.

Y finalmente, la dinámica poblacional gallega es regresiva; esto es, contabiliza una pérdida de población debido a varios factores: a) fuerte caída de la natalidad; b) gran retroceso en lo que hace referencia a las tasas de reposición; y c) escasa capacidad de captación de inmigrantes. Consecuencia de ello, es la notable disminución del peso de la población gallega respecto a la española.

En suma, como corolario, los problemas relacionados con las regiones económicamente atrasadas han sido descuidados, en su mayoría, por los responsables políticos tanto europeos como nacionales y autonómicos. En el contexto europeo, se ha dedicado una atención considerable a las regiones menos avanzadas dadas sus consideraciones y evidencias relacionadas con sus problemas económicos y sociales. En el contexto de las políticas nacionales se han centrado, principalmente, a reforzar las áreas territoriales ganadoras concentrando la atención en las aglomeraciones urbanas más grandes y económicamente más dinámicas, reflejándose en las prioridades de la economía urbana. Y, finalmente, en el contexto de las políticas regionales las prioridades se hacen más difusas, no sabiendo romper los círculos del atraso; perpetuando, en consecuencia, las teorías de la path dependence. Esto es, sosteniendo unas políticas y acciones dominadas por la aversión a los cambios estructurales y a las modificaciones disruptivas en los patrones de especialización económica.

De ahí las interesantes reflexiones que, en el campo de la economía regional, tienen lugar con los estudios en torno a los factores de resiliencia, de competitividad y de atractividad territorial.

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