Galicia y la Región Norte de Portugal comparten una crisis silenciosa: la despoblación
El pasado marzo el presidente de la Xunta , Alfonso Rueda, y su homólogo en Asturias, Adrián Barbón, reclamaban al Gobierno estatal que mediase en Europa para que ambos territorios fuesen reconocidos como zonas en riesgo de despoblación. La presencia de núcleos con baja densidad de población es algo que Galicia comparte, además de con la comunidad vecina, con otras regiones como, por ejemplo, el Norte de Portugal.
El Estudio Cohesión Socioterritorial y despoblamiento en la Región Galicia Norte de Portugal del Eixo Atlántico, elaborado por María Xosé Rodríguez Galdo y Antón Dopico Rodríguez, revela que existe en esta zona «una tendencia general de reducción de la población».
En concreto, en el área en el que se centra el estudio «es especialmente acusado en el caso de Terras de Trás-os-Montes (con una reducción del 7,6% entre 2012 y 2019) solo comparable en territorio portugués al Alto Tâmega) pero seguido muy de cerca por Ourense (-6,8 por ciento) y Lugo (-5,5 por ciento) en el mismo periodo; tendencia decreciente que se reafirma en 2021», apunta el informe.
Despoblación y urbanización
Los procesos de despoblación, tal y como señala el análisis, deben ser considerados de forma conjunta con los de urbanización, puesto que ambos «implican cambios en la funcionalidad de territorios y en las estructuras económicas productivas y sociales».
«En poco tiempo, toda la Eurorregión pasó de tener una alta proporción de población rural, ocupada mayoritariamente en el sector agrícola, y una escasa (en números relativos) población urbana, para insertarse en un modelo territorial de creciente predominio urbano, industrial y terciario», exponen.
En este sentido, los territorios rurales cada vez están más condicionados por los espacios urbanos ya que «juegan un papel hegemónico del medio rural en dimensiones como naturaleza, economía, cultura, sociedad…». En el caso del Norte de Portugal el sistema urbano se organiza en torno al centro urbano de Bragança y el eje Mirandela-Macedo dos Cavaleiros, que «polarizan la oferta de empleos y servicios en los respectivos territorios». Por su parte, las sedes de los ayuntamientos de Alfândega da Fé, Miranda do Douro, Mo gadouro, Vila Flor, Vimioso y Vinhais también cuentan con una posición destacada en términos de densificación de la red urbana.
En el caso de Lugo y Ourense, provincias gallegas analizadas en el estudio, además de la influencia que ejercen las respectivas capitales, destaca la de la Mariña lucense y «en algunas localidades repartidas por el territorio, como Monforte, Vilalba, O Barco de Valdeorras, Xinzo de Limia o Verín«.
Cambio demográfico
La dinámica demográfica que vive tanto Galicia como la región Norte de Portugal responde a los cambios que están experimentando todos los países del entorno económico y cultural marcados por un «fuerte» crecimiento vegetativo negativo.
En este campo la mortalidad y la fecundidad se presentan como los principales determinantes del cambio demográfico junto con otras variaciones en aspectos esenciales de la vida personal, así como sociales y económicos.
Los datos de natalidad de la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal son muy similares en las zonas más afectadas por los bajos niveles de densidad de población. Así las posiciones de Lugo (5,93 por mil) y Trás-os-Montes (5,90 por mil) por mil) son muy parecidos, situando a cierta distancia a la provincia de Ourense (4,82 por mil).
En 2020 estos datos experimentaron un nuevo descenso. Lugo tenía una tasa de natalidad del 5,13 por mil y Ourense del 4,77 por mil, sensiblemente diferente de la tasa bruta de natalidad del conjunto de Galicia se sitúa en el 5,65 por mil.
Las bajas tasas de natalidad registradas en esa zona están relacionadas, según explica el informe, con la estructura por edades, los bajos niveles de fertilidad y el aplazamiento de la paternidad por primera vez.
«Una mejor comprensión del comportamiento de nacimiento invita a no limitarnos a analizar el número de nacimientos en un momento dado, ya que la reproducción debe ser considerada en sus dos componentes de natalidad y mortalidad. Cada nacimiento hoy en su número de años de vida cuenta como algo más del doble de los nacidos en 1900, cuando la esperanza de vida era de poco más de treinta años en las zonas del interior y apenas llegaba a cuarenta en el conjunto de la Eurorregión».