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Cara y cruz de Ferroatlántica en Galicia: amplió la concesión de su mayor mina antes del ERTE en Sabón

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Ferroatlántica amarra la concesión de su mina clave en Galicia en plenas turbulencias por su expediente de regulación temporal de empleo (ERTE). La multinacional que preside Javier López Madrid reveló en su presentación de resultados que logró «extender sus derechos mineros en la mina de cuarzo de alta calidad de Serrabal hasta 2038».

Se trata de un yacimiento que juega un papel clave en el tablero de Ferroglobe. No en vano, la mina de Serrabal tiene capacidad para nutrir a la multinacional de 330.000 toneladas de cuarzo al año. Es por ello que la compañía la define en su propia página web «como una de las más importantes en el mundo» debido a «los volúmenes de sus reservas y la calidad del cuarzo».

De hecho, Ferroglobe tan solo cuenta con una mina de cuarzo mayor que este yacimiento, el de Serrabal, que se ubica entre los concellos de Vedra y Boqueixón. Se trata del de Thaba Chueu, ubicada en Sudáfrica, que cuenta con el triple de capacidad: un millón de toneladas. Entre ellas dos cubren buena parte de las necesidades de cuarzo de Ferroglobe, que emplea este mineral y el carbón como materias primas clave para la producción de silicio metal y ferroaleaciones.

Estas dos forman parte del ecosistema de ocho minas de cuarzo que nutren a Ferroglobe. A ellas se suman los yacimientos de Sonia, en Mañón, con 150.000 toneladas de capacidad, el de y Esmeralda, en Val do Dubra, que suma 50.000 toneladas. De las restantes, cuatro explotaciones se ubican en Sudáfrica y otra en Estados Unidos, la de AS&G Meadows Pit, que alberga reservas de cuarcita.

Dos décadas persiguiendo la prórroga

Ferroglobe, que hace dos semanas acordó una prórroga de seis meses para el ERTE sobre sus tres plantas españolas (Sabón, Boo y Monzón) que expiraba este mes de diciembre, ha amarrado, de esta manera, el futuro de una mina clave para sus operaciones en Europa y pone punto final a un proceso que inició hace más de dos décadas. Fue en el año 2005 cuando Rocas, Arcillas y Minerales (Ramsa), la empresa que logró la concesión sobre esta mina en 1978 y que posteriormente fue comprada por el grupo participado por Villar Mir, solicitó una renovación en la concesión por otros 30 años, hasta 2038.

Pese a no haber logrado la aprobación a este proyecto, el grupo Ferroglobe siguió operando este yacimiento tras recibir la cautelar. Ni siquiera la particular colisión de la mina con el trazado del AVE a Galicia impidió que la compañía controlara por el Grupo Villar Mir explotase este yacimiento clave para sus operaciones.

Y es que parte de las 861 hectáreas de esta mina se ubican en una parte del trazado de alta velocidad que conectaba Madrid con Galicia. Es por ello que el Grupo Villar Mir llegó a mantener un contencioso con Fomento para evitar las expropiaciones y forzar una modificación del trazado. La compañía entendía que el proyecto ferroviario ponía en jaque al 59% de sus reservas mineras, motivo por el cual llegó a amenaza con reclamar un pago de 895 millones de euros por lucro cesante, cantidad que posteriormente rebajaría hasta los 270 millones de euros.

Finalmente, Villar Mir perdería su pulso judicial en el Tribunal Supremo y la administración optó por una medida salomónica para poder sacar adelante este proyecto con el menor número de modificaciones posible. En concreto, las vías que atraviesan parte de la concesión sobre esta mina están protegidas, a lo largo de algo más de dos kilómetros, por una bóveda de hormigón de 8,3 metros de radio con el objetivo de no interferir con el calendario de voladuras controladas en este yacimiento minero del que en su día se llegó a a firmar que podría sostener por sí solo el 13% de la producción de silicio solar a nivel mundial.

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