Sabadell avisa a los inversores que el cierre de oficinas puede conllevar un riesgo reputacional
El banco presidido por Josep Oliu apunta que los clientes más vulnerables han adquirido una "mayor visibilidad"
La banca cada vez cierra más oficinas. La reducción de costes unido al auge de los canales digitales se ha convertido en la tormenta perfecta para echar la persiana un gran número de sucursales. Sin embargo, esta maniobra no está exenta de posibles problemas. Banc Sabadell admite que el cierre de oficinas puede suponer un aumento del riesgo reputacional al que se enfrenta el banco.
La entidad continuó en 2022 con la reducción de oficinas, un camino que había ido en paralelo a las negociaciones del ERE de 2021. Concretamente, el año pasado redujo la red en España un 4,6% al eliminar 60 oficinas quedándose en 1.243 sucursales. Una tendencia que se reflejó en todo el sector, dado que, la gran banca cerró el año pasado unas 1.300 oficinas.
La reducción de oficinas está en el foco de las últimas quejas contra la banca, especialmente por aquellos colectivos menos digitalizados, como pueden ser los mayores, o en aquellas zonas rurales donde es necesario realizar grandes desplazamientos para poder acceder a una atención bancaria presencial.
“Los clientes vulnerables han adquirido mayor visibilidad, así como las necesidades específicas que requieren. El cambio de modelo de negocio del grupo, primando una atención menos presencial, provoca que este riesgo sea más relevante al recoger la impresión de estos grupos de interés (stakeholders) sobre el desempeño”, señala el banco en su informe financiero.
Sabadell apunta en el mismo texto, que basa su modelo de negocio en valores corporativos tales como la ética, el rigor, la transparencia, la calidad y, en general, en relaciones comerciales a largo plazo que aporten beneficios tanto para el grupo como para sus contrapartes. Por lo que el grupo cuenta con una gestión de riesgos para identificar “lo antes posible” cualquier amenaza potencial o real de este tipo.
Este mecanismo es para garantizar su “adecuado tratamiento” y hacerlo con la “máxima celeridad y anticipación posibles”. La materialización de esto, prosigue la entidad, podría poner en riesgo la consecución de la propia visión con la que el grupo orienta su futuro y con la que desea proyectarse al mercado con una personalidad propia y reconocible.
Una campaña que acabó en protocolo
Precisamente, se acaba de cumplir un año de a campaña de “Soy mayor, no idiota” iniciada por Carlos San Juan, un médico jubilado, que empezó a recoger firmas para reclamar una atención presencial y más cercana para los mayores que tenían que acceder a los servicios financieros.
La campaña de San Juan prendió la chispa de un debate que caló en la opinión pública y política en medio de una gran apuesta por los canales digitales, que había recibido un espaldarazo en la pandemia del Covid-19, donde el auge del uso de las tarjetas y los canales digitales de atención a la banca supusieron un punto de inflexión.
San Juan, que llegó a recoger 600.000 firmas, promovió una petición que acabó llevando a firmar a las entidades un protocolo específico donde se incluían medidas para mejorar la atención presencial a los mayores. Entre las medidas aprobadas había algunas como la ampliación de horarios de atención al público, una atención telefónica preferente o la reparación de los cajeros fuera de servicio en un máximo de dos días laborables para asegurar el efectivo.