Naturgy encara la incertidumbre política con ‘Géminis’ y las relaciones con Argelia en el aire

La gasista española tiene abiertos dos frentes esenciales y que, de una u otra manera, tienen una clara conexión con el contexto político, y eso es algo que puede afectar a la energética

Naturgy

El pte. de Naturgy, Francisco Reynés

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El presidente de Naturgy, Francisco Reynés, es un directivo prudente. Eso le ha llevado, entre otras cosas, a tener buena relación con el actual Gobierno. Algo extraño en el sector energético donde los dardos vuelan en todas direcciones. No obstante, eso no salva para que la compañía tenga asuntos muy importantes que resolver -la segregación de la empresa y los contratos con Argelia-, y que la potencial parálisis política le vaya a afectar más de lo previsto.

Lo más importante que tiene Naturgy sobre la mesa en estos momentos es el ‘Proyecto Géminis‘. Aunque el propio presidente ha querido ser cauto este lunes al señalar en una comparecencia con analistas que no existe un marco temporal para su desarrollo. Pero a esto se suma que ahora mismo se ha quedado sin Ejecutivo con el que poder compartir su hoja de ruta.

No es que el Gobierno, el actual u otro que pueda surgir, vayan a determinar el futuro del ‘Proyecto Géminis’, pero una de las empresas resultantes agruparía los activos regulados de redes, y en esa parte el Ejecutivo quiere tener voz.

De hecho, hace meses la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, explicaba en una entrevista con el diario Cinco Días que le preocupaba que pudiera «haber operaciones corporativas que pongan en riesgo los objetivos estratégicos que se había planteado la propia compañía y que aparecen reflejados en esas condiciones que el Gobierno impuso al fondo IFM. Son la reinversión y la contención en la distribución de beneficios».

Es decir, cuando el fondo de inversión lanzó la opa sobre Naturgy se activó parte del ‘escudo antiopas’, y se pusieron unas condiciones. Y, de esta parte, el Gobierno entiende que debe vigilar para que todo se cumpla.

Pero existen otras derivadas. Naturgy cobra unos ingresos regulados por su negocio de distribución, y éstos, aunque dependen de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), al menos el cálculo, el Gobierno quiere que haya control y orden sobre quiénes serán los accionistas de las compañías resultantes.

El gran problema es que Naturgy no tiene fecha para activar el desarrollo del ‘Proyecto Géminis’, pero es que España puede estar sin Gobierno ‘de facto’ hasta la próxima primavera (2024). Por el momento se trata solo de cuentas parlamentarias, pero ya existen voces autorizadas que temen por una repetición electoral. Eso dejaría a la gasista en una extraña posición al no saber con quién abordar los asuntos relacionados con la escisión.

Naturgy en Argelia

Por lo que respecta a Argelia, la situación es similar. Naturgy necesita buenas relaciones diplomáticas en lo que sería un trinomio entre la empresa, el Ejecutivo español y el país africano y, en estos momentos, no parece que haya margen para revertir la situación creada tras los contactos de España con Marruecos, y lo que eso supuso.

Y el escenario es el siguiente. Naturgy tiene abierto un frente con la argelina Sonatrach que debe cerrar a lo largo de 2023. En concreto, la gasista presidida pendiente cerrar el precio por el suministro de gas que trae desde Argelia para los próximos dos ejercicios (2023-2024). Una situación que, en estos momentos, viene marcada por los precios internacionales del gas. Y, lo que es más importante, cómo se comportará su cotización.

Y es que, pese a que no se trata de una urgencia para la compañía, según ha podido conocer ECONOMÍA DIGITAL en fuentes del sector, en estos momentos falta por cerrar el precio de dos años del acuerdo de suministro.

Sobre esa cuestión, el suministro, no existe ningún problema. De hecho, el contrato que tiene firmado Naturgy con Sonatrach supone compromisos firmes de volumen, tanto de suministro para la compañía argelina, como de retirada obligada de gas para la gasista española vía cláusulas ‘take or pay’ (que obligan a pagar aunque se renuncie al gas).

De esta forma, lo que se debe cerrar es el pago por el trienio 2022-2024. Así, en octubre de 2022, y de forma retrospectiva, ambas compañías cerraron un acuerdo para el primero de los ejercicios. Y ahí se quedó la cosa.

En esos momentos existía una gran volatilidad en los precios del gas, y ese fue uno de los argumentos para que no se fuese más allá con el contrato. Ambas partes aceptaron la situación, y quedaron cerrar el acuerdo por lo que restaba de trienio en los siguientes ejercicios. Sin embargo, pasados los meses, la situación está pausada. Algo, explican fuentes del mercado a este medio, que se debe a los precios del gas y, sobre todo, a cómo será su comportamiento en los próximos trimestres. Algo que influye de manera directa en la negociación.

Pero no es la única cuestión. El propio Gobierno argelino debe dar ‘luz verde’ a todo lo que firme Sonatrach. Y en estos momentos las relaciones con España -a nivel diplomático- no pasan por su mejor momento. Por tanto, junto a toda la derivada económica se abre un frente político que, sin un Ejecutivo a la vista en los próximos meses puede hacer que la situación se alargue más de lo previsto. O, al menos, que tenga más tensión de la necesaria.

En principio eso no supondría un problema, puesto que se puede volver a firmar el acuerdo de manera retroactiva, pero si no hay un acercamiento político, Argelia puede seguir remirada con respecto a la relación con Naturgy el tiempo que estime oportuno.

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