«Necesitamos una alianza en España para que el combustible sostenible sea la norma»
Franc Sanmartí, director de Sostenibilidad de Vueling, explica en una entrevista a Economía Digital los planes de la compañía para reducir las emisiones de CO2 y su apuesta por el combustible sostenible de aviación
Vueling quiere usar un 10% de combustible sostenible de aviación (SAF por sus siglas en inglés) en sus vuelos antes de 2030. Por ahora, representa una cantidad modesta del material que impulsa sus aviones, mientras que la Unión Europea recomienda un uso del 2% antes de 2025. Pero para cumplir sus objetivos tiene que sortear su principal obstáculo: en España la producción de este combustible fabricado a base de residuos es escaso.
El país, así como el resto de Europa, tiene mucho camino que recorrer aún para tener un sector aéreo totalmente sostenible. “La capacidad de producción de España es muy limitada, casi residual”, afirma el director de Sostenibilidad de Vueling, Franc Sanmartí, en una entrevista con Economía Digital durante la Feria Internacional de Turismo (Fitur). Por ahora, los pioneros en el sector son Estados Unidos y el Reino Unido, gracias a fuertes esquemas de incentivos.
Para la ‘low cost’ de IAG, la forma de dar un giro de 360 grados y poder autoabastecerse al completo de SAF es formar una alianza entre todas las partes implicadas. “Necesitamos una alianza de aerolíneas, fabricantes de aviones, fabricantes de combustible y reguladores. Todos tenemos que empujar para que este combustible sostenible de aviación sea cada vez más común y no necesitemos importarlo de otros países”, afirma el directivo, mientras añade que el objetivo es que deje de ser “una particularidad y pase a ser la norma”.
Pese a que España se sitúa casi en la casilla de salida, la aerolínea catalana confía en “el potencial” del país para ponerse a la cabeza del continente, en parte gracias al amplio recurso de energías renovables por las largas horas de sol, vital en la fabricación de este combustible. De hecho, Vueling ya ha firmado alianzas con Cepsa y Repsol tanto para elaborar este producto, como para investigar nuevas rutas.
El SAF se produce a partir de residuos urbanos y agrícolas, como aceites usados de cocina, desechos animales de uso no alimentario o restos biodegradables procedentes de distintas industrias. Este método, con el que trabajan actualmente ambas petroleras, permite una reducción del 80% de las emisiones de CO2. El futuro se encuentra en la producción de combustible sintético, elaborado a partir de hidrógeno verde, que permitiría eliminar por completo los gases nocivos.
Esta variante del SAF es una tecnología prometedora, pero muy nueva que se sigue desarrollando, tanto con la empresa presidida por Antonio Brufau , como con la dirigida por Maarten Wetselaar . “Estamos investigando múltiples opciones con diferentes proveedores para tener todas las rutas posibles y saber cuál será la más óptima”, añade Sanmartí.
Por ahora, Vueling asegura que ya usa SAF en todos sus vuelos suministrando combustible sostenible en los aeropuertos de Madrid y Barcelona. A parte, cuenta con un servicio que da la opción a sus clientes de aportar SAF el día de su viaje. Cuando el pasajero hace una aportación, la compañía dobla la apuesta: “Hasta la fecha, más de 50.000 clientes nos han permitido suministrar SAF el día de su vuelo, lo que se ha traducido en 50 toneladas de SAF, evitando la emisión de 150 toneladas de CO2”, expone el especialista en sostenibilidad de la empresa. Estas contribuciones han permitido suministrar el equivalente al 2% de sus consumos en SAF más otro 2% que ha sido igualado por la empresa.
Cero emisiones en 2050
La Unión Europea recomienda utilizar este combustible justamente en este 2% en 2025 y subirlo a un 5% en 2030. IAG pretende ir por delante, utilizando el 10% de SAF en los vuelos de su filial en 2030 y llegar a las cero emisiones en 2050.
El uso de este combustible no será suficiente para ser 100% sostenibles, por lo que Vueling ha desarrollado una hoja de ruta basándonos en dos ejes más. Por un lado, se compromete a contar con una flota de última generación, formada por los Airbus320 Neo, que reducen las emisiones en un 20%. La tercera línea de trabajo es la optimización de las rutas de vuelo: “Tenemos un grupo de trabajo pionero junto a Enaire para mejorar el espacio aéreo. Consiste en buscar la ruta más óptima y recta, para evitar los zigzags”.
Con toda esta estrategia entremezclada, Vueling realizó un vuelo de prueba en un evento de la Comisión Europea entre Barcelona y Lyon, en el que redujo en un 72% las emisiones de CO2. “Este es el máximo histórico que hemos conseguido y al que hay que aspirar”, sentencia el directivo ambiental.