Urkullu y la bicefalia asimétrica del PNV
El PNV es el único partido, de entre los nacionalistas, que apoyan al PSOE y a Sumar, que hipotéticamente podría apoyar también a Feijóo en la sesión de investidura que tendrá lugar a finales de este mes de septiembre.
Y ello por varias razones, entre otras: por el conservadurismo de base que atesora este partido –tradicional refugio de la derecha vasca en los tiempos del terrorismo-; por la llamada a hacerlo de algunos de sus antiguos cargos más importantes, como quien fuera presidente de la todopoderosa Diputación Foral de Bizkaia, José Alberto Pradera; y, en fin, por la amenaza de EH Bildu y la hipótesis nada aventurada de que Sánchez intente descabalgar al PNV tras las próximas autonómicas en caso de que PSE, EH Bildu y Sumar reúnan mayoría absoluta en el Parlamento Vasco, algo que, dada la deriva de los resultados electorales en las últimas convocatorias (municipales y generales) no resultaría nada descabellado.
Es el único partido en España que hace gala de lo que se denomina bicefalia
Siendo esto así, cobra extraordinaria importancia conocer un poco más cómo funciona el PNV a la hora de tomar decisiones, si tenemos en cuenta que es el único partido en España que hace gala de lo que se denomina bicefalia, esto es, dividir en sendas cabezas la presidencia del partido, por un lado, y, en caso de alcanzarla, la presidencia del gobierno por otro, algo que en los demás partidos se aglutina siempre en una sola.
Si se fijan, la discusión sobre el posible apoyo del PNV al candidato Feijóo quedó zanjada con el documento publicado en El País el pasado 31 de agosto y titulado Autogobierno vasco y modelo plurinacional del Estado. Si hay voluntad, es posible el acuerdo, donde el lehendakari en persona ponía sobre la mesa las condiciones para una posible investidura del futuro presidente del gobierno de España.
Por el medio elegido ya estaba claro que el interlocutor de dicho mensaje no era Feijóo, que es a quien le toca ahora ser votado, sino Sánchez, que es quien ha venido ofreciéndole a los partidos nacionalistas todo lo que han pedido desde la jornada de la moción de censura de 1 de junio de 2018, en la que contra todo pronóstico el PNV apoyó a Sánchez, a la semana de haber apoyado los presupuestos de Mariano Rajoy, que resultaría entonces descabalgado del gobierno.
Así es hoy la política. Sí, de acuerdo: imperan las formas sobre los fondos. ¿Por qué, entonces, todos los análisis del citado documento de Urkullu se han remitido al contenido, a las ideas (nación foral, pacto, cosoberanía, confederación, Estado plurinacional, concierto político) en lugar de a las formas con las que se ha publicado? Dejemos, por tanto, el fondo, que ya lo conocemos de sobra, al menos en el País Vasco y desde 2008, en que fue puesto por primera vez en circulación por un Íñigo Urkullu recién llegado a la presidencia del PNV y que luego ha seguido utilizándolo hasta hoy.
En el País Vasco conocemos muy bien todo lo que ahí se dice. El autor de lo que ahí se dice es Daniel Innerarity, el filósofo de cabecera de Iñigo Urkullu, junto con otro catedrático, Juanjo Álvarez, que también propaga muy bien estas ideas aparentemente melifluas y bienintencionadas de buscar la confianza entre las partes, para llegar al pacto entre iguales (los nacionalistas entienden por iguales al gobierno vasco y al gobierno de España).
Vayamos a las formas entonces. Íñigo Urkullu, la víspera de que apareciera ese artículo, habló con Feijóo por teléfono y este quedó muy satisfecho con lo que habló, según dijo luego. Lo que no sabemos es lo que pensó cuando vio al día siguiente el documento de Urkullu en El País. Pero fijémonos en que Urkullu le dijo a Feijóo que la negociación por la investidura no tenía que implicar a su gobierno autónomo sino a su partido y que para eso ya estaba el presidente del mismo, Andoni Ortuzar. Lo dijo aludiendo, como es sabido, al principio de bicefalia del PNV.
¿A quién quieren engañar? Si nos fijamos, ni siquiera en el largo periodo de Xabier Arzalluz –que imponía su personalidad política y sus artículos de opinión dominicales en la hoja parroquial del PNV, el Deia–, el presidente del partido, que era él, era incapaz de sustraerse a la iniciativa del lehendakari de turno. Hasta José Antonio Ardanza, con su carácter apocado, proponía iniciativas ideológicas, como fue el llamado “Plan Ardanza”, para intentar dar una alternativa al Plan de Estella-Lizarra, que arrinconaba a los partidos constitucionalistas.
No digamos ya Ibarretxe con su “Plan Ibarretxe” para convertir el País Vasco en un Estado Libre Asociado y que fue con él hasta el Congreso. O Garaikoetxea, queriendo imponerse al partido y que acabó por romperlo en 1985.
Los lehendakaris han aprovechado siempre la plataforma del Gobierno vasco para impulsar sus propios proyectos ideológicos
Quiere decirse que los lehendakaris han aprovechado siempre la plataforma del Gobierno vasco para impulsar sus propios proyectos ideológicos al margen incluso de su propio partido y al margen, además, lo que es más grave, de que –salvo en el caso de Garaikoetxea, que tenía mayoría absoluta, pero luego fue el que peor acabó– encabezaban siempre gobiernos de coalición, con lo que arrastraban en sus iniciativas no solo a su partido sino a los demás partidos que confluían en su acción de gobierno.
¿Con Urkullu qué tenemos? Pues un lehendakari que encabeza un gobierno de coalición con el PSE, es decir, que tiene a una vicepresidenta y dos consejeros de ese partido en su gabinete, y que, aun así, publica, autotitulándose “lehendakari”, documentos de estrategia política de cara a una negociación de investidura en el Congreso de los Diputados, que deberían comprometer solo a su partido y no al gobierno, ya que un gobierno se supone que gobierna para toda la ciudadanía y no solo para quienes le han votado.
Clamorosa invasión de competencias, por tanto, o, más que eso y peor que eso: inapropiada utilización de su cargo de lehendakari para establecer con él una postura claramente ideológica. Téngase en cuenta que Urkullu fue presidente del partido durante los años 2008 al 2012, justo antes de ser lehendakari. Su cargo al frente del PNV quedó por tanto vacante y lo que hicieron fue, por la vía de urgencia, decidiéndolo solo en la ejecutiva (el Euzkadi Buru Batzar), poner de presidente del partido a Andoni Ortuzar, que hasta entonces era presidente del PNV de Vizcaya, y que justamente venía siguiendo el mismo itinerario de cargos que había hecho antes Íñigo Urkullu.
Ortuzar y Urkullu son los dos de Vizcaya, proceden de pueblos muy próximos entre sí en la comarca de las Encartaciones, como son Alonsótegui (Urkullu) y Sanfuentes (Ortuzar). Quiere decirse que entre ellos se lo han guisado y se lo han comido, pero que la batuta la ha llevado siempre Urkullu. Por tanto, de bicefalia nada de nada. En todo caso, y por guardar las formas, bicefalia muy pero que muy asimétrica.