Turismo de Estado
El mundo está repleto de informes, dictámenes, ponencias, dosieres, documentos, encuentros, reuniones, conversaciones, foros, cursos, cursillos, campus, seminarios, libros blancos y una larga lista de acontecimientos semejantes. Día tras día va aumentando, sin solución de continuidad, el número de dichos encuentros difíciles de clasificar. Tan es así que ha llegado el momento en que la progresión geométrica de tales eventos es ya ecológicamente insostenible. La globalización de los eventos amenaza –acepten la exageración- la supervivencia del planeta.
Se ha llegado a un punto en que resulta prácticamente incalculable estimar el consumo de combustibles y otras energías que se malgastan en dichos eventos con el peligro que ello conlleva. Sin circunloquios, los eventos son unos elementos coadyuvantes -¿exagero?- del biocidio en marcha.
Queroseno, gasolina, electricidad, papel y comida
¿Cuánto queroseno –con lo que contamina- consumen al día los aviones que transportan a los profesionales de los eventos de un continente a otro o de una ciudad a otra del mismo Estado o continente? ¿Cuánta gasolina –sigue la contaminación y carbonización del medio ambiente- gastan los coches que llevan a dichos profesionales del hotel al lugar del evento y viceversa? ¿Cuánta electricidad –no siempre renovable- se necesita para calentar o refrescar el ambiente del lugar de la reunión? ¿Cuánto papel –con la deforestación que nos acecha- se derrocha –no todo es digital- para transcribir los informes, dictámenes o dosieres? ¿Cuánta comida –con el hambre que hay en el mundo- se desperdicia en los desayunos, almuerzos, cenas, lunch, picoteos o cócteles que acompañan a todo evento que se precie? Por no hablar de los micrófonos, el mobiliario, los cortinajes, los vasos y el agua –que escasea- indispensable en todos y cada uno de los eventos.
Los eventos y los de arriba
Y el caso es que la mayoría de semejantes encuentros son infructuosos. De ellos, no suele sacarse nada –a veces, casi nada; algo es algo- de provecho o interés. Matizo: sí, sacan provecho los ponentes y presentadores que reciben un emolumento por participar, quienes se ahorran el almuerzo o la cena a costa del organizador, quienes viajan gratis de un lugar a otro del mundo, quienes se publicitan de forma gratuita y, claro está, las líneas aéreas, los vehículos VTC, los hoteles, los restaurantes y los organizadores de eventos. Vaya, los de arriba y el empresariado capitalista.
Todo lo que ustedes acaban de leer viene a cuento del encuentro celebrado en Madrid el pasado 19 de junio, patrocinado por Casa América y la Vicepresidencia Segunda del Gobierno y el Ministerio de Trabajo y Economía Social del Gobierno de España, en el Anfiteatro Gabriela Mistral. Les cuento.
El prototipo de evento infructuoso
Dicho encuentro, titulado Hacia una Internacional laborista iberoamericana. Construir un nuevo futuro del trabajo verde y feminista para el siglo XXI, escenificado por cuatro Ministras Iberoamericanas de Trabajo (Raquel Kismer de Olmos de Argentina, Gloria Inés Ramírez Ríos de Colombia, Sarahí Cerna de Honduras y Yolanda Díaz de España), es el prototipo –el modelo o el ejemplo- de foro infructuoso. Por partida triple: porque, no responde a la convocatoria; porque, el contenido se resume en una serie de lugares comunes; porque, contradice el proyecto que dice implementar. Vayamos por partes.
El encuentro no responde a la convocatoria, porque con la charla amistosa de cuatro ministras publicitando sus éxitos y proponiendo algunas medidas de mejoras, no se ponen los fundamentos de ninguna Internacional Laborista (movimiento de trabajadores de diversos países con el objeto de elaborar un programa transnacional de lucha de tendencia radical o socialista).
Si tenemos en cuenta que solo fueron convocadas mujeres, dichas ministras, para hacer algo de provecho, harían bien en afiliarse a la Internacional Socialista de Mujeres –con sede en Londres: eso sí, que es internacionalismo- que depende de la Internacional Socialista. Una vez incorporadas podrían tomar la palabra y continuar, de verdad y sin remilgos, su labor de apostolado.
El encuentro brinda una serie de lugares comunes si tomamos nota –solo un resumen- de lo que allí se dijo: “adoptar políticas climáticas en el mundo trabajo”, “modelos productivos sostenibles de descarbonización”, “negociación colectiva verde”, “transporte colectivo”, “reciclar las empresas de arriba abajo”, “menos tiempo de trabajo”, “políticas modernas y feministas”, “reducir la movilidad en la ciudad”, “reducir la desigualdad”, “lugares protegidos”, “sindicato de amas de casa”, “licencias de maternidad”, “seguro de desempleo”, “obligación fiscal”, “subvenciones”, “ampliar derechos”, “potenciar la vida”, “inclusión”, “presupuesto para mujeres”, “economía social”, “igualdad salarial”, “formación técnica”, desarrollo humano”.
Quienes nos aleccionan y riñen a diario para que nos olvidemos del avión, el coche y el jamón, son los que consumen queroseno, gasolina, electricidad y el jamón del cerdo
El encuentro contradice el propósito de construir el futuro verde, que puede leerse en su convocatoria, si tenemos en cuenta –remito a los primeros párrafos de estas líneas- el derroche de queroseno, gasolina, electricidad y demás que conllevó el encuentro. Detalle: quienes nos aleccionan y riñen a diario para que nos olvidemos del avión, el coche y el jamón, son los que consumen queroseno, gasolina, electricidad y el jamón del cerdo.
La falsedad
En el texto de presentación del encuentro puede leerse que “las ministras de trabajo de varios países iberoamericanos se reúnen en Casa de América para definir [en negrita en el texto] una agenda común de compromiso con las personas, la democracia y el planeta. Se trata de consolidar el proyecto compartido y seguir avanzando juntos hacia sociedades más justas e inclusivas, blindando los derechos laborales y sociales ante las transiciones que atravesamos”. Falso.
Una filfa. Una campaña de propaganda y autopromoción. Turismo de Estado.