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Irene Montero quiere ordenar nuestras vidas

El autodenominado progresismo –especialmente, el que proviene de la tradición comunista- está obsesionado por lo que, a caballo entre el XIX y el XX, se denominó la construcción del “hombre nuevo”. Un siglo después de las elucubraciones de Lenin, León Trotski y Mao Zedong –también, Ernesto “Che” Guevara- reaparece de nuevo dicha figura impulsada ahora por Podemos.

Podemos e Irene Montero

La obsesión por el hombre nuevo de Podemos –el podemismo limita el concepto de hombre al varón- tiene algo que ver con algunas ideas de sus antecesores: la reeducación del hombre, la superación de las viejas costumbres y los viejos hábitos culturales, la exigencia –disfrazada de propuesta- de la colaboración del hombre en las tareas domésticas, el papel fundamental del Partido reeducador.

Todo ello se condensa en el proyecto MeToca –que forma parte del Plan Corresponsables- presentado por el Ministerio de Igualdad de Irene Montero. De hecho, se trata de una aplicación que busca cómo repartir mejor las tareas domésticas y de cuidado del hogar.

Se trata de una aplicación que busca cómo repartir mejor las tareas domésticas y de cuidado del hogar

En síntesis, una vez abierta la aplicación, ustedes –hombres y mujeres- marcan el tiempo dedicado a tareas domésticas como, entre otras, “hacer la colada”, “cuidado de mascotas”, “gestiones del hogar”, “cuidado de personas adultas”, “acompañamiento y enseñanza”, “comprar comida” o “equipamiento del hogar”. El propósito: revertir la desigualdad en el reparto de las tareas domésticas que hace que “las mujeres asuman de manera mayoritaria una doble carga de cuidados, que además de ser injusta, imposibilita su desarrollo personal y profesional o simplemente su descanso”. Cierto.

Como cierta es la Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo, realizada por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, que indica que las mujeres invierten 12,5 horas más a la semana que los hombres en trabajo no remunerado, en detrimento del empleo principal, al que dedican 5,8 horas menos a la semana que los hombres.

Más: según la EPA, el 76% de los contratos a tiempo parcial corresponden a mujeres, que incrementan el tiempo dedicado al trabajo no remunerado (30 horas a la semana), cuando tienen jornada a tiempo parcial. Los hombres, en cambio, dedican habitualmente el mismo número de horas al trabajo no remunerado (14 horas a la semana), independientemente de que trabajen a tiempo parcial o a jornada completa.

¿Dónde has estado?

La campaña del Ministerio de Igualdad aparece acompañada del spot ¿Dónde has estado?, que responde a la canción del mismo nombre, compuesta y producida por Sonando Voy e interpretada por Sofía Vargas.

En ¿Dónde has estado? El marido o pareja –personajes variables- recoge –en el coche: probablemente un SUV- a la hija en la puerta de un polideportivo, mientras que las mujeres de la casa –también, un hijo ya mayor- limpian el baño y preparan la comida. “¿Dónde te habías escondido todo este tiempo, amor?”, dice la canción mientras la mujer está ocupada con la colada.

Y sigue cantando que “era todo cuento” y “mira ahora tú tan contento” (el marido o pareja habla con el móvil, cuelga en la pared la lista del menú semanal y es el rey de la consola). El fruto de la crítica reeducativa: “¡qué alegría me llevé cuando limpiando te encontré”! Sigue: “colaborando todo, ahora es mejor, ya tocaba, antes lo hacía todo sola” (la mujer finalmente está tumbada en el sofá leyendo o viendo la televisión con la familia).

El mensaje: “Llega MeToca, para que la app que reparte las tareas domésticas y de cuidados no recaigan siempre sobre las mismas de siempre, Y tú, donde estás. Corresponsables”.

A quién se dirige el spot

¿Quizá se trata de una campaña dirigida a familias de clase media acomodada con un marido o pareja que termina el trabajo a media tarde y solo recoge a su hija a la salida de la pista de fútbol? Pero, ¿cuál es el horario de trabajo –también, el esfuerzo- del marido o pareja? ¿Quizá la pareja no puede pactar la división del trabajo?

¿Cuál será la actitud –ante el spot- de, pongamos caso, un obrero de la construcción que trabaja en el extrarradio de la ciudad y como no tiene coche, o no quiere usarlo porque le sale más a cuenta el transporte público, sale del hogar a las seis de la mañana y regresa a las ocho de la tarde? ¿Una familia de clase media acomodada como la del spot no puede acordar que uno de los miembros de la pareja –hombre o mujer- se dedique al trabajo doméstico, mientras que el miembro de la pareja laboralmente y económicamente mejor situado –hombre o mujer- se dedique al trabajo extradoméstico?

La ministra de Igualdad en funciones, Irene Montero. EFE/ Zipi

Acepto la objeción: si tenemos en cuenta que la mujer, laboralmente hablando, suele ser la peor situada de la pareja, ello equivale a condenarla a permanecer en el hogar (aunque, hay mujeres que trabajan horas y horas fuera del hogar y también dentro del hogar cuando regresan al mismo).

Al respecto, dos cuestiones. Primera cuestión: no siempre es cierto que sea la mujer quien se encuentra laboralmente peor situada en relación con el hombre en el seno de la pareja y, por tanto, condenada a permanecer en el hogar.

Segunda cuestión: quien sostiene que la permanencia de la mujer en el hogar, con el objeto de dedicarse al trabajo doméstico, es una condena, suele ser la mujer con trabajo gratificante, socialmente considerado y bien remunerado que, por lo demás, convive con una pareja con similar trabajo e ingresos.

Pero, la mayoría de las mujeres –de las parejas- no se encuentran en esta situación que, por cierto, tiene mucho de privilegio. Lo que quiero decir es que estas mujeres privilegiadas no deberían imponer, casi por decreto ideológico, su modelo de liberación a las económicamente no privilegiadas.

Por decirlo en otros términos: a muchas feministas preocupadas por la liberación y emancipación de la mujer, les convendría dejar el aula, el despacho profesional, el estudio o la política para trabajar durante unos años en una cadena de montaje o en un servicio de limpieza. Entonces, se darían cuenta del fruto amargo de la igualdad.

Humo, en el mejor de los casos

Conociendo el personal, a uno se le ocurre que el plan MeToca –el MeToo doméstico- no es, sino el intento de domesticar a los ciudadanos en la ideología del neofeminismo fundamentalista. Y uno se pregunta, por qué no nos dejan tranquilos, por qué no dejan que cada cual administre libremente –en la medida de lo posible, claro está- su vida, trabajo doméstico incluido, según le parezca, le guste, le convenga pueda.

Ni necesitamos, ni queremos, que Podenos se entrometa en nuestra vida y en nuestra casa para someternos a un proceso de reeducación ideológica. No a la fiscalización de la conducta del ciudadano. Irene Montero y el Ministerio de Igualdad no pueden ordenar nuestras vidas a su modo y manera, aunque sea de forma taimada. ¿Alguien cree que ello hará cambiar el resultado de la EPA y de la Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo?

Ni necesitamos, ni queremos, que Podenos se entrometa en nuestra vida y en nuestra casa para someternos a un proceso de reeducación ideológica.

Según parece –ahí está la alegría de la familia del spot una vez reeducada a la manera podemita-, las familias que limpian y cocinan unidas permanecen unidas y felices. Un ejemplo de demagogia progresista y populismo feminista. Humo, en el mejor de los casos. A un precio módico de 211.750 euros por aplicación.

El MeToo doméstico

Conociendo el personal, a uno se le ocurre -vuelvo al inicio de estas líneas- que el plan MeToca/MeToo doméstico no es sino el remake –con las diferencias del caso- de la idea del “hombre nuevo” que, a principios de siglo, impulso el comunismo (entre paréntesis y que nadie se irrita: también el fascismo).

Un hombre nuevo, producto de la Revolución Socialista que, citando a León Trotski, “se volverá incomparablemente más fuerte, más sabio y más sutil” (León Trotski, Textos sobre arte, cultura y literatura, 1922). Ya saben ustedes como acabo la cosa en el paraíso comunista.

Una cita del camarada Ernesto “Che” Guevara; “Estimado compañero: haremos el hombre del siglo XXI, nos forjaremos en la acción cotidiana creando un hombre nuevo, quien abre el camino es el grupo de vanguardia, los mejores entre los buenos, el Partido” (El socialismo y el hombre nuevo, 1965). Ya saben ustedes como está la cosa en la Cuba del camarada Fidel.

Pánico me da la vanidad de los/las/les que anuncian la redención y liberación edénica del género humano.