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EH Bildu: Plata o plomo

Leo estos días las crónicas del asesinato de Fernando Villavicencio, el candidato de centro-derecha ecuatoriano, y no puedo evitar que me venga a la cabeza el de Gregorio Ordóñez. Hay muchos paralelismos entre ambos políticos y muchas semejanzas también en la forma de morir. Ambos eran periodistas de clara facundia y notable vehemencia a la hora de denunciar a las mafias que ponían (y ponen) en peligro las sociedades democráticas que con tanto ahínco ellos defendían.

Tenían también muchas opciones de ganar en sus respectivas elecciones, eran, por lo tanto, conscientes de vivir bajo una amenaza real, de estar jugándose la vida, y que solo había una forma de evitar que la muerte les llegara antes de tiempo: callarse la boca.

Villavicencio, como Ordóñez, tuvo que elegir entre esa dicotomía que en el mundo latino se entiende con claridad meridiana: plata o plomo. Nadie pide plomo, natural, porque todos sabemos que este llega como consecuencia de no elegir la plata. Es decir, no aceptar el silencio cómodo, la condescendencia con los mafiosos, el mirar para otro lado y, en muchos casos, el soborno y la alfombra roja para conseguir el poder político.

El “plata o plomo” de los narcos es el “nosotros o el caos” de los políticos españoles que quieren gobernarnos

El “plata o plomo” de los narcos es el “nosotros o el caos” de los políticos españoles que quieren gobernarnos. Una manera más sutil de ofrecernos plata. Pero aquí todos sabemos que son lo mismo. Que si ellos nos gobiernan solo habrá plomo en las alas del país. Ordóñez y Villavicencio lo sabían, por eso no eligieron plata, porque eran conscientes de que llegar a pactos con las mafias era venderse al diablo. Entregar los principios de la democracia a quienes nunca han creído en ella.

Pero mutatis mutandis, quienes nos dieron plomo durante décadas, ahora nos dan su plata. Sus apoyos, sus respaldos, la tranquilidad de no tener que mirar debajo del coche. Y es lo que hemos elegido en el País Vasco y vamos a seguir apoyando en las próximas elecciones. Vivir sin problemas, con ellos mandando, pero sin riesgos.

El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Oteg. EFE/ Javier Etxezarreta

¡Plata, plata, que ya hemos tenido bastante plomo! Y si hay que mirar para otro lado, miramos. Ahora nos preocupa la ultraderecha. Ese fantasma que al parecer recorre Europa haciendo ruido al arrastrar las cadenas. Nos preocupa perder libertades. Retroceder a cuando mandaban los dictadores. ¡A nosotros, que hemos aprendido a disfrutar de la libertad de elegir entre plata o plomo!

Ecuador corre el riesgo de convertirse en un narco-estado como ya lo es Venezuela. El régimen de Maduro, qué tantos admiradores tiene entre la izquierda “progresista” española, mantiene controlado a su ejército haciéndole partícipe del multimillonario negocio de la droga. Todos los generales están haciendo plata. Y al que protesta, plomo. Por eso muchos de los 130.000 ecuatorianos que viven con nosotros en España están mirando con preocupación el proceso electoral de su país. El triunfo de las opciones menos combativas con el narco, como es el caso de la línea que defiende el expresidente prófugo, Rafael Correa, acusado de haber sido sobornado, puede acabar frustrando las ilusiones de cuantos planean volver algún día a su país de origen.

La izquierda española no parece estar preocupada por la deriva sanguinaria de los cárteles de la droga en América Latina

La izquierda española no parece estar preocupada por la deriva sanguinaria de los cárteles de la droga en América Latina. La ausencia de reacciones al asesinato de Villavicencio a manos de sicarios colombianos recuerda la asepsia política que determinadas fuerzas nacionalistas demostraban en nuestro país cuando ETA asesinaba. Se hablaba de un conflicto por resolver, de un problema histórico, de una deuda social… Y mientras, una organización mafiosa se hacía con los resortes de una sociedad atemorizada y con determinados partidos políticos que entendieron rápidamente que había que aceptar la plata para no recibir plomo.

Y en esas estamos con un EH-Bildu negociador, dialogante y volcado en el consenso para conseguir acuerdos “progresistas” que cierren cualquier esperanza a la derecha, a quienes nunca aceptaron sus condiciones. Pero ahora en España hay un candidato a Presidente dispuesto a negociar el futuro del país. Y lo hace después de haber convencido a muchos a la hora de votar: “O yo o la ultraderecha”, “o yo o la falta de libertades”, “o yo o el retroceso”… Plata o plomo.

Y muchos creerán elegir plata, pero en realidad será plomo.