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ChatGPT-3: ¿me quitará el trabajo la inteligencia artificial? 

En las últimas semanas, más de un millón de usuarios ya han probado el nuevo juguete de moda en el campo de la inteligencia artificial (IA). ChatGPT-3, desarrollado por la empresa OpenAI, es un chatbot conversacional para el procesamiento del lenguaje natural, que reconoce patrones de datos, aprende a través de ejemplos y responde a preguntas complejas, desarrollando respuestas similares a las que daría alguien medianamente experto en la materia. El bot puede mantener diálogos, escribir poesía, adivinar acertijos, programar modelos o preparar trabajos universitarios convincentes. La pregunta es si también nos quitará el puesto de trabajo.  

Históricamente, las nuevas tecnologías, desde la máquina de vapor al ordenador personal, han complementado las tareas de unos trabajadores mientras sustituían a otros. Una extensa literatura económica demuestra que el progreso económico y el bienestar social dependen a largo plazo del cambio tecnológico.

Por ejemplo, en 1870 en España se trabajaba una media de 65 horas a la semana, mientras que en Estados Unidos y Reino Unido esta cifra era ligeramente inferior, con 62 y 57 horas, respectivamente, dato que contrasta con las 40 horas de trabajo actuales en España y el resto de países. Ha sido el constante y sostenido progreso tecnológico lo que ha permitido incrementar los niveles de bienestar, la productividad por hora trabajada y, en consecuencia, los ingresos per cápita.  

Sin embargo, sería naíf afirmar que esta automatización no provocará ninguna adversidad. Si tu empleo es complejo y realizas muchas tareas, siendo algunas difíciles de automatizar, estás de enhorabuena. Utilizando ChatGPT, podrás realizar otras tareas mucho más rápido, aumentando tu productividad y calidad del trabajo. Serás no solo más productivo, sino que podrás así, ganar más a medio plazo. Por el contrario, si tu empleo es sencillo, incorpora pocas tareas y estas son automatizables, malas noticias…  

En un trabajo reciente, David Autor (MIT) y Anna Salomons (Universidad de Utrecht) estudian la evidencia de las cuatro últimas décadas en 19 países desarrollados sobre los efectos de la automatización en el empleo. Como cabía esperar, el efecto directo es una caída del empleo en los sectores afectados, con una reducción acumulada media del empleo en las industrias que han tenido mejoras tecnológicas del 8,2 por ciento. El efecto no es desdeñable. Sin embargo, una vez que tenemos en cuenta los efectos indirectos, el efecto neto total es positivo, y equivale a una mejora en el empleo de un 17,8 por ciento.

¿Cuáles son estos efectos indirectos? En primer lugar, los cambios tecnológicos mejoraron el empleo en los sectores que usan como insumos los productos o servicios que han bajado de precio o mejorado en calidad gracias a los avances tecnológicos. Si tomamos como ejemplo un técnico odontológico, la introducción de impresoras 3D probablemente reducirá los precios de los implantes, aumentando su demanda y generando empleo entre los dentistas. Y si los implantes están hechos de cerámica, los productores de los componentes para la fabricación de dicha cerámica pueden ver como su demanda aumenta.

Además, los cambios tecnológicos aumentan la demanda agregada al permitirnos disfrutar de dichos productos o servicios a precios menores. Si el precio de los implantes es menor gracias a las impresoras 3D y yo tenía que hacerme tres implantes, quizá por fin me pueda permitir esas vacaciones a Tailandia. 

Cambio tecnológico y salarios

Así pues, no parece ser que nos vayamos a quedar mano sobre mano por el cambio tecnológico. ¿Pero, qué ha ocurrido con la remuneración del trabajo, con los salarios? La predicción del mismo estudio es que el cambio tecnológico ha sido responsable de una caída de la participación de la masa salarial en el valor añadido de aproximadamente 6 puntos porcentuales. Esto nos lleva a pensar que debemos quizá preocuparnos más por los aspectos distributivos del cambio tecnológico que por sus posibles efectos en el número de empleos. El debate debería centrarse menos en sí vamos a trabajar o no, y más en qué tipo de empleo se va a generar en las próximas décadas y si dicho empleo será de una calidad que permita que la gran mayoría de la población disfrute de un estándar de vida elevado.  

Si nos centramos en España, esta se sitúa en las posiciones de cabeza de la OCDE, en cuanto al riesgo de impacto negativo por el cambio tecnológico en la ocupación, con un 23,7% de empleos en riesgo directo de automatización (y un 35,3% obligados a transformarse), solo superado por Eslovaquia, Eslovenia y Grecia. ¿Cómo cambian las nuevas herramientas de IA como GPT-3 este escenario? Básicamente, amplían el rango de lo que se consideran «tareas suficientemente simples y repetitivas» y empiezan a abarcar a profesiones que antes no se veían amenazadas. En otras palabras, ya no son solo los ilustradores quienes estarán amenazados por los softwares de generación de imágenes. También los redactores que ven como un programa puede escribir un artículo o una crónica en cuestión de segundos, o incluso los profesionales de la gestión de recursos humanos. 

Las recompensas y el estatus descenderán para quienes produzcan este tipo de escritos, y es probable que aumenten los beneficios para los autores más originales y creativos

Otro elemento interesante es que estas tecnologías suelen beneficiar a algunos tipos de personalidad y perjudicar a otros. En el siglo XIX, el auge de la manufactura y del empleo en fábricas ayudó a los trabajadores varones sanos con facilidad para el trabajo físico. El auge de los ordenadores, la programación e Internet, por el contrario, ayudó a los trabajadores más analíticos como los programadores. Una característica sorprendente de los nuevos sistemas de inteligencia artificial es que hay que sentarse para utilizarlos. Hay una ganancia relativa para las personas que son buenas sentándose en la silla y manteniéndose concentradas en algo. La iniciativa, la constancia y la dedicación será cada vez más importante como factor de éxito profesional.  

Por otro lado, la rentabilidad del conocimiento factual está cayendo, apuntalando la tendencia que arrancó con las bases de datos, los motores de búsqueda y Wikipedia. Ya no es tan rentable ser un abogado que conoce una gran cantidad de jurisprudencia. Por contra, las habilidades de síntesis y persuasión cobran más y más relevancia. 

ChatGPT destaca en la producción de prosa ordinaria y burocrática, similar al de los folletos corporativos y los reglamentos, pasando por el periodismo de segunda fila. Las recompensas y el estatus descenderán para quienes produzcan este tipo de escritos, y es probable que aumenten los beneficios para los autores más originales y creativos.  

Una estrategia común en la actualidad consiste en publicar escritos, videos o imágenes de forma gratuita en Internet y utilizar la publicidad resultante para crear una audiencia para productos más comerciales, como libros, conferencias u obras de arte. En el futuro, esto puede ser problemático, ya que los robots te copiarán y, en esencia, estarás formando a tus competidores de forma gratuita. Solo funcionará si eres capaz de producir carisma y notoriedad, dos rasgos que también irán ganando importancia. 

En resumen, debemos estar atentos a las consecuencias de los cambios tecnológicos y los avances en el campo de la inteligencia artificial. Son tecnologías disruptivas que redibujarán el mercado de trabajo y afectarán a una multitud de sectores y perfiles profesionales. Solo nos queda prepararnos.