Las bicicletas y la independencia son para el verano
Muchos se preguntan por qué Bildu y ERC no han asomado aún la patita en esta precampaña, más allá de la puntual y clásica aparición de Rufián para decir que Sánchez sólo rectifica cuando ellos le obligan. Hay una doble razón: la primera es que saben que evidenciar ahora futuras coaliciones, como la que unirá a Bildu con el PSN en Navarra, les puede penalizar. Es lo que pasó en las elecciones municipales y tomaron nota. Así que han dejado las manos libres a Pedro Sánchez para que se centre en dar estopa al PP en los platós de televisión por sus acuerdos con Vox.
Pero hay una segunda razón, no menos importante, que mantiene entretenidos a los soberanistas vascos desde hace algún tiempo. Se trata de la salida del Tour de Francia desde el País Vasco. Un acontecimiento que tanto el PNV desde las instituciones como Bildu desde sus bases han convertido en un auténtico akelarre independentista con señal en directo para que se vea en todo el mundo a través de los canales internacionales que cubren este importante evento deportivo.
Los contribuyentes vascos van a pagar en cómodos plazos cerca de 14 millones de euros, que es lo que cuesta que la “Grand Depart” salga de Bilbao y recorra, durante tres días, la geografía vasca. La mitad de ese gasto lo asumen el Gobierno de Iñigo Urkullu y el Ayuntamiento de la capital vizcaína. El resto corre a cuenta de las diputaciones forales y otros organismos públicos. Desde el Gobierno Vasco vienen insistiendo y tratan de convencernos de la rentabilidad que tiene esta apuesta. Aseguran que el retorno económico por distintos conceptos puede ser hasta diez veces superior.
Lo que está claro es que, más allá de los resultados contables, esta salida del Tour tiene un marcado carácter propagandístico en favor del soberanismo que defienden sus organizadores. Es un escaparate internacional que no se va a desaprovechar. Por lo pronto se van a repartir cerca de 60.000 ikurriñas entre el público y se ha fabricado la mayor bandera ideada por Sabino Arana conocida hasta la fecha. La marca “Basque country” aparecerá a lo largo de los más de 500 kilómetros que recorrerán los ciclistas por el País Vasco y la bandera gigante se colocará en las tres etapas de manera estratégica. Todo tiene un mensaje final: la defensa del derecho a decidir.
La salida del Tour tiene un marcado carácter propagandístico en favor del soberanismo que defienden sus organizadores
Cualquier símbolo de importancia que haga referencia a España estará ausente. Ni el rey Felipe VI ni el presidente del Gobierno están invitados. No habrá nada que pueda hacer pensar al espectador que el Tour sale de territorio español. La Policía Nacional y la Guardia Civil tampoco han sido requeridas. Será un macro anuncio publicitario en favor de la independencia.
Así que no es de extrañar que tanto el PNV como Bildu se tomen este acontecimiento como algo más que el arranque de una campaña electoral. Hay que tener en cuenta que Iñigo Urkullu gestionó la salida del Tour desde Bilbao hace ya muchos meses. Se concibió como uno de los actos más importantes de la legislatura, una especie de declaración de principios utilizando dinero público en una competición deportiva de primer orden mundial.
La maquinaria independentista funciona en verano a pleno rendimiento. Lo hizo durante muchos años para impedir que la Vuelta Ciclista a España pisara suelo vasco con amenazas y acciones directas de ETA. Ahora, en una metamorfosis al alcance de pocos, tira la casa por la ventana para que la ronda francesa tenga todas las comodidades.
Los aficionados al ciclismo lo van a poder ver este fin de semana cuando quieran seguir el arranque del Tour por televisión. Si durante la retransmisión observan algo raro entre un mar de ikurriñas, alguna protesta de poca monta o algún fallo en la carretera que no termina de verse bien, puede que sean los sindicatos de la policía autónoma. Desde hace unas semanas mantienen un duro pulso reivindicativo en materia laboral que ya ha sido calificado desde el Ejecutivo autónomo poco menos que como una traición a la causa del pueblo vasco.
Así pues al soberanismo vasco no le hace falta asomar la patita en la precampaña. La tiene puesta en el pedal. Porque las bicis y la independencia son para el verano.