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Aunque el pelotazo se vista de seda…

El desguace de la calle Consell de Cent prosigue inexorable, apresuradamente, para que la alcaldesa consiga dejárselo como bomba de relojería para el próximo alcalde, en el caso de que ella no pueda repetir. Hace unos días una palmera de la habitual guardia de corps periodística que rodea a doña Ada (sin hache), publicó un artículo sobre las consecuencias en los precios de las viviendas de la de la citada calle de las alteraciones llevadas a cabo.

Atención. Quiero dejar bien clara la procedencia de la noticia. Por una vez no se puede acusar a algún facha, émulo del almirante Cervera, de propagar tal bulo. Pues bien, no por esperado el lógico incremento de los alquileres, su magnitud deja de sorprender.

La noticia hablaba de pisos por los que se piden más de 7.000 euros mensuales. Los más económicos oscilarían entre los 1.500 y 1.800. Para entender esa gran horquilla, hay que recordar que la calle “pacificada” es muy larga y que no pocos edificios que existen en la parte izquierda del Eixample, son muy diferentes a los de su derecha. En la izquierda, en general, que conozco muy bien, ya que es donde yo nací, no son raros los construidos en el siglo XIX, con viviendas que ocupan el equivalente a la mitad o la cuarta parte de la superficie del solar, lo que implica que no vayan más allá de los 50-60 m², o incluso menos. Asumiendo incluso el límite inferior de la mencionada franja de alquiler, uno se puede dar cuenta de la especulación que ha generado la actuación sobre Consell de Cent.

Los edificios que existen en la parte izquierda del Eixample, son muy diferentes a los de su derecha


Con esos datos en mente, no hace falta forzar los términos para hablar, pura y simplemente, de pelotazo. Se puede argüir que el término no es apropiado, ya que no beneficia a un propietario en particular, sino a un colectivo, el de los tenedores en general. Tanto da. Es evidente el hecho que ellos han visto revalorizada su inversión en una forma que supone un agravio comparativo respecto a los de zonas limítrofes; en especial los de calles paralelas a Consell de Cent, con el mismo sentido de circulación, que están absorbiendo el tráfico que ya no circula por la “pacificada”. Ejemplo: la calle València. No se trata, pues, tan solo de una cuestión monetaria. La degradación ambiental en ellas, por aumento de ruido y contaminación, es evidente.


Pregunta: ¿eran conscientes, los preclaros “pacificadores”, del efecto especulativo que generaría su operación, digamos, urbanística? ¿Habían calculado la referida magnitud? Si les ha cogido de sorpresa, dice muy poco a favor de la calidad de los estudios previos. En caso contrario, ¿dónde queda toda la verborrea del equipo de Colau sobre combatir el aumento desmesurado de alquileres? El efecto que ha tenido lugar supera probablemente con creces al que hubiera producido, en la citada vía, una concentración récord de apartamentos turísticos. Por lo demás, aunque no lo sé a ciencia cierta, supongo que al menos desde que comenzaron las obras debió registrarse algún movimiento sospechoso de compraventa, que podía hacer augurar el resultado final.

El efecto que ha tenido lugar supera probablemente con creces al que hubiera producido


En realidad, el fenómeno especulativo, que no su dimensión, hubiera podido preverse con una simple operación aritmética. Si circulan x coches por n calles y se reduce n, la tasa de circulación afectante a las restantes, aumenta, con las esperables consecuencias asociadas de cualquier tipo. Personalmente, considero que dicho equipo debía ser en gran parte consciente de los efectos económicos del proyecto, pero una vez más primó el ideologismo de los Comunes.


La cuestión ahora es que si Colau repite, Consell de Cent no será el último “eje verde”. Un inciso. El calificativo resultaría gracioso si no fuera por la magnitud del destrozo que supone para el Eixample. Supongo que se pretende justificar el adjetivo a través de los arbolitos plantados y los pequeños parterres incorporados, parterres que no tardarán en sufrir la misma suerte que la de muchas zonas verdes (esas sí que lo eran) convertidas en eriales. Y eso no es consecuencia de la presente sequía, sino que comenzó mucho antes. Volviendo al tema. La “pacificación” de más calles iría necesariamente en detrimento de otras, como el ejemplo que he puesto de la de València. Excuso decir que en ese caso la repetición del pelotazo está asegurada. La cosa me hace rememorar el relato de Eduardo Mendoza, en “La ciudad de los prodigios”, sobre cómo se hacía aumentar el valor de determinados solares del naciente Eixample.


¿Futuro? De entrada, esperemos que los hados le sean favorables a esta castigada ciudad y que no solo se libre de Colau, sino que su grupito deje de condicionar el futuro. Lo esperable entonces sería que, como mínimo, el nuevo primer edil dejara en suspenso la ampliación de “ejes verdes”, no ya solo por salvar la modélica trama de Cerdà, sino para impedir la repetición del pelotazo referido. Pero ¿qué hacer con el desaguisado ya existente? ¿Cómo se pone un mínimo remedio al agravio comparativo que afecta a los vecinos de las calles perjudicadas por la “pacificación” de Consell de Cent? Ya sea el agravio solo ambiental o, también, financiero. Supongamos que se quiere abrir la citada calle mínimamente a la circulación para que disminuya la presión sobre las otras. ¿Cómo lo recibirían los beneficiados por la especulación generada? ¿Recuerdan Vds. la frase de don Luís Mejía? “Imposible la hais dejado para vos y para mí”. Pues eso