Galicia, entre las comunidades con menos superficie agraria dedicadas a la producción ecológica
Galicia se sitúa entre las comunidades con menos superficie certificada destinada a la producción ecológica. En concreto, en el año 2020 había un total de 32.056 hectáreas, una cifra que representa solo un 3,6% de la superficie agraria utilizada según los datos del Consello Regulador de la Agricultura Ecológica (CRAEGA) recogidos en el último informe del Foro Económico de Galicia.
Bajo el título El futuro de la agricultura ecológica en Galicia en el marco del Pacto Verde Europeo los profesores de la Universidad de Santiago María del Mar Pérez Fra, David Soto Fernández e Ibán Vázquez González, analizan los retos de un sistema de producción que está llamado a tener un papel protagonista en un escenario marcado por el cambio climático.
«Al análisis del peso que la superficie en agricultura ecológica tiene sobre la superficie agraria utilizada (SAU) evidencia la escasa relevancia del sector», exponen los profesores antes de señalar la escasa contribución en la comunidad de los cultivos ecológicos a la SAU ocupando el décimo lugar en el ranking nacional.
Crecimiento en los últimos 20 años
Sin embargo, a pesar de estos datos lo cierto es que la evolución de esta superficie ecológica certificada ha sido muy positiva en estas dos últimas décadas. Según las cifras facilitadas por el CRAEGA la comunidad ha pasado de 5.948 hectáreas dedicadas a este tipo de cultivos en 2003 a unas 32.209 en 2021 y de 52 a 996 productores.
«En el conjunto del Estado hubo un aumento significativo de la superficie, si bien los ritmos de incremento no son coincidentes», explica el documento del Foro Económico de Galicia. Así, mientras el volumen de terrenos destinados a agricultura ecológica en Galicia experimentaron un crecimiento sostenido hasta el año 2010, momento en el que empiezan a reducir el número de hectáreas certificadas. Entre 2013 y 2014 registraron un pequeño descenso hasta iniciar un periodo de crecimiento continuado que se extendería hasta el año de la pandemia.
En el caso de los datos estatales, la tendencia es ascendente hasta los años 2012 y 2013, donde se registra una caída en la superficie agraria certificada como ecológica. Al igual que en el caso de Galicia, es a partir de 2014 cuando se retoma la tendencia alcista que se mantiene hasta el 2020.
«La explicación de estas caídas requeriría un análisis más profundo, pero no parece arriesgado señalar que sin duda el contexto de la crisis económica iniciada en 2008, con un impacto significativo en la renta disponible de las familias y la presión a la baja sobre los precios de los alimentos pueden haber contribuido a esa evolución», exponen los profesores.
Los retos de la agricultura ecológica
Avanzar hacia modelos productivos que garanticen la protección del entorno es uno de los objetivos del Pacto Verde europeo. Según este acuerdo, el que para el año 2030 el 25 % de las tierras agrarias europeas sean ecológicas. El volumen dedicado a este tipo de cultivos en Galicia está aún muy lejos de esta meta europea, pero no es algo exclusivo de la comunidad. También sucede en España y en el conjunto de la Unión Europea donde se registró en 2020 una media del 10,2% y el 9,1% respectivamente.
El Instituto Nacional de Estadística define la superficie agrícola utilizada como aquellas tierras labradas (destinadas a cultivos herbáceos, de leña, los barbechos y los huertos familiares) y aquellas dedicadas a pastos permanentes. El informe del Foro Económico alerta de la existencia de un «desequilibrio en la superficie certificada», muy enfocada a la producción animal y con un peso relevante de pastos pobres.
Por este motivo, los analistas recomiendan orientar las políticas públicas hacia la promoción de fincas que avancen hacia una perspectiva agroecológica y lograr una oferta más diversificada, que permita satisfacer una parte importante de la demanda por canales cortos.
En este sentido también proponen una reorientación de la oferta y la distribución de los productos ecológicos para potenciar la estimulación de la demanda. A todo ello añaden la importancia de mejorar la formación y el asesoramiento técnico a los productos como dos aspectos claves para garantizar el desarrollo del sector.